chos y democracia a Cuba y desarrollar espacios para la participación ciudadana activa en
la toma de las decisiones, tanto de las comunidades como en el país, contribuyendo a poner
en práctica una metodología que ayude a reconocer las diferencias y similitudes para lograr
consenso al tomar decisiones.” A esto se suma
Eroises González con su exposición sobre la
necesidad de que las ideas democráticas y de
libertad sean abrazadas y aceptadas por la sociedad civil cubana, en un momento en que la
cúpula gubernamental vende al mundo el socialismo del siglo XXI como la opción perfecta
y viable.
La cultura alternativa, como movimiento cultural de resistencia, lleva años enfrentándose al
clima de imposición totalitaria en Cuba y se ha
convertido en un mecanismo favorable para la
toma de conciencia del pueblo en torno a la
necesidad y posibilidad de un tránsito hacia la
democracia. Al respecto Miriam Real sostuvo
una interesante conversación con Lía Villares,
que ahora se presenta impresa en “Sin falseamientos ni censuras”. Resulta elocuente del
trabajo de los creadores cubanos independientes, no solo para legitimar expresiones artísticas condenadas al ostracismo por las instancias
de poder, sino también para hacer realidad la
aseveración de la entrevistada de que con estos
esfuerzos “el signo de una nación, su voz social, se está recuperando”. CubaRaw y la galería El Círculo son hoy parte importante de este
movimiento.
Aquí no podía faltar la poesía, la voz, los estilos y producciones musicales del Hip Hop cubano. Y muy cubano, sobre todo a partir de los
años 90, cuando jóvenes de lo más humilde la
sociedad, entre quienes proliferan de manera
significativa los afrodescendientes, emergieron
contra viento y marea con un movimiento cultural de dimensiones y posibilidades incalculables para canalizar proyecciones estéticas, sociales y políticas y, sobre todo, para expresar
inquietudes, frustraciones, necesidades y anhelos. Sobre ellos versan los trabajos de
David D’ Omni, “Hip Hop cubano y raza”, y
de Leonardo Calvo, “Hip Hop cubano. Voz y
conciencia crítica de una sociedad estremecida.”
El movimiento cultural de avanzada tiene otro
gran exponente en la pintura, expresión artística que ha sido testigo de la irrupción de jóvenes creadores que, con el tratamiento de nuevas problemáticas, han aportado “además de la
producción simbólica, un espacio de confrontación para ofrecer sus propias respuestas creativas a la realidad social cubana” en abierto
desafío a la práctica habitual de la censura,
según argumenta José Clemente Gascón en
“De la sinceridad escandalosa a la metáfora
del cinismo”.
Y como que Argentina no ha estado ausente
del concierto de países latinoamericanos en
cuyo proceso de formación y desarrollo participaron activamente los africanos y sus descendientes, el ensayo “La música afroargentina: apuntes para una historia social del silencio”, de Norberto Pablo Cirio, viene a mostrar
la falsedad de una política que, antes y ahora,
ha tratado de “anular el incómodo recordatorio
de un pasado esclavista” en un país que, desde
los inicios de su formación como nación independiente, pretendió integrarse a la modernidad con la imagen homogénea de una nación
blanca, a costa de desconocimiento deliberado
de sus verdaderas raíces etnoculturales. La
música afroargentina es una prueba, entre tantas otras, de la irrefutable presencia activa y
actuante de los africanos y sus descendientes
en el país austral.
En perspectiva diferente se trata el concepto de
identidad por Luis Machado, quien ofrece valiosas consideraciones sobre la forma en que
diversos hechos y procesos políticos y socioculturales han influenciado en las distinciones
identitarias del cubano de hoy, luego de más de
seis décadas de gobierno totalitario con todo el
deterioro cívico, moral y espiritual que ha traído consigo.
En la actualidad latinoamericana, Mitchel Ovalle vuelve a nuestras páginas con el tema del
dialogo, “que no solo constituye la práctica de
la mediación, sino ante todo el ejercicio mismo
de la razón”.
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