Identidades No 5, Abril, 2015 | Page 8

chos y democracia a Cuba y desarrollar espacios para la participación ciudadana activa en la toma de las decisiones, tanto de las comunidades como en el país, contribuyendo a poner en práctica una metodología que ayude a reconocer las diferencias y similitudes para lograr consenso al tomar decisiones.” A esto se suma Eroises González con su exposición sobre la necesidad de que las ideas democráticas y de libertad sean abrazadas y aceptadas por la sociedad civil cubana, en un momento en que la cúpula gubernamental vende al mundo el socialismo del siglo XXI como la opción perfecta y viable. La cultura alternativa, como movimiento cultural de resistencia, lleva años enfrentándose al clima de imposición totalitaria en Cuba y se ha convertido en un mecanismo favorable para la toma de conciencia del pueblo en torno a la necesidad y posibilidad de un tránsito hacia la democracia. Al respecto Miriam Real sostuvo una interesante conversación con Lía Villares, que ahora se presenta impresa en “Sin falseamientos ni censuras”. Resulta elocuente del trabajo de los creadores cubanos independientes, no solo para legitimar expresiones artísticas condenadas al ostracismo por las instancias de poder, sino también para hacer realidad la aseveración de la entrevistada de que con estos esfuerzos “el signo de una nación, su voz social, se está recuperando”. CubaRaw y la galería El Círculo son hoy parte importante de este movimiento. Aquí no podía faltar la poesía, la voz, los estilos y producciones musicales del Hip Hop cubano. Y muy cubano, sobre todo a partir de los años 90, cuando jóvenes de lo más humilde la sociedad, entre quienes proliferan de manera significativa los afrodescendientes, emergieron contra viento y marea con un movimiento cultural de dimensiones y posibilidades incalculables para canalizar proyecciones estéticas, sociales y políticas y, sobre todo, para expresar inquietudes, frustraciones, necesidades y anhelos. Sobre ellos versan los trabajos de David D’ Omni, “Hip Hop cubano y raza”, y de Leonardo Calvo, “Hip Hop cubano. Voz y conciencia crítica de una sociedad estremecida.” El movimiento cultural de avanzada tiene otro gran exponente en la pintura, expresión artística que ha sido testigo de la irrupción de jóvenes creadores que, con el tratamiento de nuevas problemáticas, han aportado “además de la producción simbólica, un espacio de confrontación para ofrecer sus propias respuestas creativas a la realidad social cubana” en abierto desafío a la práctica habitual de la censura, según argumenta José Clemente Gascón en “De la sinceridad escandalosa a la metáfora del cinismo”. Y como que Argentina no ha estado ausente del concierto de países latinoamericanos en cuyo proceso de formación y desarrollo participaron activamente los africanos y sus descendientes, el ensayo “La música afroargentina: apuntes para una historia social del silencio”, de Norberto Pablo Cirio, viene a mostrar la falsedad de una política que, antes y ahora, ha tratado de “anular el incómodo recordatorio de un pasado esclavista” en un país que, desde los inicios de su formación como nación independiente, pretendió integrarse a la modernidad con la imagen homogénea de una nación blanca, a costa de desconocimiento deliberado de sus verdaderas raíces etnoculturales. La música afroargentina es una prueba, entre tantas otras, de la irrefutable presencia activa y actuante de los africanos y sus descendientes en el país austral. En perspectiva diferente se trata el concepto de identidad por Luis Machado, quien ofrece valiosas consideraciones sobre la forma en que diversos hechos y procesos políticos y socioculturales han influenciado en las distinciones identitarias del cubano de hoy, luego de más de seis décadas de gobierno totalitario con todo el deterioro cívico, moral y espiritual que ha traído consigo. En la actualidad latinoamericana, Mitchel Ovalle vuelve a nuestras páginas con el tema del dialogo, “que no solo constituye la práctica de la mediación, sino ante todo el ejercicio mismo de la razón”. 8