Identidades No 5, Abril, 2015 | Page 44

recurrir a las estadísticas en ese sentido. Por ejemplo, para febrero de 1991, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el empleo público estuvo concentrado con 92% de la población blanca; en 1997, los empleados negros y mestizos del sector del turismo representaban sólo el 1.7% del total. Diez años más tarde, la situación había cambiado muy poco. En 2007, de cada 196 directivos y funcionarios del área de inversión extranjera, tres eran negros y mestizos. En 2011 la población afrodescendiente no tenía participación en el comercio exterior. Un año más tarde, el 86% de dicho segmento poblacional trabajaba en sectores no emergentes de la economía. Dentro de este grupo, de cada siete mujeres dedicadas a la venta ambulante sólo una es blanca. Para entender el funcionamiento de la economía y la sociedad cubanas es importante la exposición de Manuel Cuesta Morúa, historiador y presidente del Partido Arco Progresista, quien acuña el concepto de “economía étnica” partiendo de las familias patrimoniales que se asentaron en el poder en las décadas de 1940 y 1950, en virtud de lazos consanguíneos. Así resulta que la familia Castro es la mayor rentista del país. El modelo propuesto explica que las élites destruyeron los incentivos para las clases populares. Cuesta Morúa explica que hay una “ruta del esclavo interna” con mayoría de afrodescendientes. Por ejemplo, muchos jóvenes empobrecidos del este migran al oeste para buscar zonas más turísticas donde ejercer la prostitución. Como en el pasado, y en parte por su causa, los afrodescendientes ocupan los puestos más bajos del mercado laboral y son protagonistas del mercado étnico que Cuesta Morúa caracteriza como periférico, ilegal y de acusada pobreza técnica. Recuérdese que un hito en la historia cubana del siglo XIX es la represión brutal tras la “Conspiración de la Escalera” (1844). que liquidó la existencia de una posible clase media negra. Entre 1933 y 1967, según el historiador, nace una clase media afrodescendiente, que resulta central en el modelo de economía étnica. Esta última escapa a la estatal, cooperativa y a la pequeña propiedad privada de reciente aparición. Es imposible desligar este tipo de economía de una “cultura de la pobreza” y de espacios informales y calientes como “La Cuevita”, un mercado negro (en el doble sentido de la palabra) y “megaferia” de productos impensables frente a lo poco que brinda la libreta de abastecimiento. El precitado intelectual cubano califica este mercado étnico como parte de un modelo extractivo autoritario, que no considera a los afrodescendientes en su desarrollo. Una eventual solución consistiría en la modernización, que depende de un grupo mayoritario, precisamente aquél que comprende la mayor cantidad de pobres del país y se forma casi la entera población de más de cien barrios marginales, eufemismo con que se designan los lugares insalubres en que la población vive de forma indigna. Son como los ranchos de Venezuela, las villas miserias de Argentina o las favelas de Brasil, distintas formas de denominar un único fenómeno que tanto el socialismo como el capitalismo han generado: la pobreza, unida a la exclusión y a la informalidad. Objetivo del Foro Una de las metas del Foro, conforme su declaración final, consiste en encauzar al cubano medio (por lo gener