Identidades No 5, Abril, 2015 | Page 32

fijo que entra a Cuba, en monto imprecisable de miles de millones al año. De este modo se genera la situación ridícula de que el dinero y los alimentos llegan cotidianamente del país con el cual estamos dispuestos a echar la guerra. El máximo líder demostró también la habilidad de aprovechar la débil memoria histórica del pueblo cubano para dibujar una desastrosa Cuba pre revolucionaria. Se suplantó con falsa narrativa el problema político de redefinición democrática, en un cuadro de supuesta depauperación económica, miseria galopante y profundas desigualdades. Así se logró definir a Cuba, en la percepción de muchos, como una especie de país africano en el Caribe, donde cualquier cosa que suceda es mejor y preferible a lo que había antes. Por desconocimiento inocente o manipulación interesada quedan muchas veces como letra muerta y desconocida los índices socioeconómicos de la Cuba pasada, que reflejan un país en permanente expansión, receptor de inmigrantes, con el más alto índice de desarrollo humano en el continente. La imagen infalible del régimen cubano se sustenta también con fuerza en bien articulados mecanismos de creación de clientelas y compromisos internacionales. Con especializados sistemas de tutelaje político y servicios de inteligencia, el gobierno de Cuba ha logrado manipular durante décadas a líderes y organizaciones de tres continentes para convertirlos en respaldo seguro a sus diseños de poder. Después de la tan dañina y fracasada exportación de la violencia insurreccional, que durante las décadas pasadas sembró en Latinoamérica tanto dolor y fratricidio, el envío a países de tres continentes de decenas de miles de profesionales y técnicos de las más diversas ramas en los últimos años permite explotar su fuerza de trabajo especializada y sacar un alto rédito político de una labor que refuerza la imagen del go- bierno cubano como promotor de la solidaridad. Hay que reconocer que resulta difícil de imaginar un gobierno que brinda tan extendida colaboración a tantos países necesitados y tiene un cuadro interno desastroso en la cobertura y atención social, con enormes cuotas y zonas de desamparo y deterioro que convierten la vida cotidiana del cubano en reto intransitable. Pésimas condiciones de trabajo y muy baja remuneración impulsan a los profesionales a separarse de sus familias y lugares de trabajo para buscar en otros países el bienestar y las ventajas materiales imposibles de conseguir en Cuba, donde hace mucho tiempo perdieron su valor el talento y el esfuerzo. Ahora, cuando la sociedad cubana se desmorona ante nuestra vista con colapso total de nuestras bases productivas, cuando la corrupción hace metástasis en las zonas más sensibles de la sociedad, como el sector empresarial-comercial, el sistema judicial, la policía, los servicios aduanales, el sistema penitenciario y el sistema educacional; ahora, cuando las cotas de desigualdad y polarización social adquieren dimensiones harto peligrosas, muchos observadores e interlocutores internacionales se muestran convencidos y entusiasmados por las supuestas reformas que ha vendido el gobierno para mostrar de una falsa voluntad de cambio o apertura. La eliminación de algunas absurdas e insostenibles prohibiciones y todavía más discurso demagógico han generado la percepción de que en Cuba ocurren transformaciones fundamentales y que los mismos que han destruido la nación están en capacidad real de restaurarla. Lo más importante a la hora de asumir una imagen esencial y realista de la actualidad cubana es que no hay garantías jurídicas y legales para los derechos, los espacios y el desenvolvimiento social. Los cubanos no podemos convertirnos en persona jurídica. Cualquier ciudadano puede invertir energías, talentos y 32