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puedan reventar las válvulas con un levantamiento popular en Cuba, tal y como ha ocurrido en otras partes del mundo. Soler se pregunta entonces: “¿Resultaría posible para Cuba una transición pacífica, un Estado en vías hacia la democracia que, con pasos institucionales claros, precisos e inconfundibles, fuera desembarazándose cuidadosamente de la pesada carga de totalitarismo y militarismo que atrasó la nación”. Con la mínima esperanza de que no ocurra la esperada implosión, Soler repasa varios ejemplos de transición en regímenes dictatoriales: Birmania, Europa Oriental y Latinoamérica. A la vez que contrasta las particularidades del gobierno y la oposición en Cuba, convoca a “fijarse en los casos contemporáneos que sí funcionaron, sacar conclusiones pragmáticas y dar pasos de política real en dirección al beneficio del pueblo y de los elementos sociales también interesados en beneficiarse”. Viene a tono entonces el trabajo “¿Sabemos transitar?”, de Manuel Cuesta Morua, con ideas y conceptos esenciales para concebir y lograr el proceso de transición que se empinan sobre una paradoja: “Saber la transición es imposible, pero producirla sí es posible. Saber es importante. Saber limitado o saber amplio, no importa. Lo que parece reivindicado para quienes intentamos participar en procesos de transición es que conocer la transición resulta clave para guiar la propia en el tiempo y lugar que nos corresponde. El saber transitar es fundamental porque, en cualquier perspectiva que nos coloquemos, nunca podremos deshacernos de alguna porción de conocimiento del pasado, del presente o del futuro ―lo que llamamos prospectiva― para trabajar por los cambios democráticos.” A tal efecto Cuesta Morúa propone, a la vez que analiza, el texto “Transiciones Democráticas: conversaciones con líderes mundiales”, sobre “la experiencia vívida y viva de quienes construyeron su liderazgo en medio de transiciones democráticas aprendiendo digamos que sobre la marcha, o pusieron su liderazgo a favor de la democracia.” Aquí entronca la labor de las Mesas de Iniciativa Constitucional (MICs) en Cuba y los proyectos que, desde hace varios años, llevan adelante la Plataforma de Integración Cubana y el Proyecto Nuevo País, conjuntamente con el CIR, el Partido Solidaridad Liberal Cubano y Consenso Constitucional, así como con la participación del Departamento de Democracia Deliberativa de la Universidad Carnegie Mellon (Pittsburgh, Pennsylvania). Estos proyectos se materializaron en dos eventos en Pittsburgh, otro en Miami y otro más en San Juan de Puerto Rico, que sentaron las bases para el desarrollo del quinto evento con el auspicio de Public Agenda y la participación de otras organizaciones cubanas: “Somos Más”, la Mesa de Unidad de Acción Democrática, la Plataforma Ciudadana #Otro 18 y el Grupo Afromás. A todo esto se refiere José Hugo Fernández en “Una luz desde lo profundo del túnel”, que subraya: “He aquí una expresión que no debe perder de vista ningún cubano amante de la libertad y del progreso: Democracia Deliberativa. Sus preceptos han dejado de ser muy pronto una alentadora promesa para convertirse en herramienta indispensable de lo más avanzado de la sociedad civil y la oposición pacífica.” Este enjundioso artículo ahonda en el trabajo desarrollado en Cuba y en eventos internacionales, así como en su importancia, en particular para los cubanos, golpeados por crisis cíclicas y sistémicas, para continuar tejiendo el entramado democrático con herramientas que nos lleven a avanzar hacia la libertad y el progreso. Una de las fundamentales es el ejercicio de la democracia deliberativa, de cuyas ideas, 8