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Análisis de la discriminación de raza y género entre las clases sociales Luis Oleydis Machado Reinosa Antilla, Holguín, Cuba L a historia de las luchas sociales en nuestro país — que yo llamaría el corredor de la muerte: desde los aborígenes, pasando por los esclavos africanos, los mulatos en el siglo XIX, los negros de la primera mitad del siglo XX y así hasta el “triunfo revolucionario”— muestra cómo prevalecen los prejuicios contra la igualdad de género o raza, así como los odios hacia la idea de que personas de piel no blanca se destaquen en esta sociedad. Cuba es parte firmante de la Declaración sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial (1963), de la Convención de los Derechos Políticos de la Mujer (1952) y otros tratados internacionales que no se cumplen al pie de la letra. La lucha por la realización plena de estos derechos es aún insuficiente, tal como arrojan varias encuestas en el municipio de Antilla, las cuales demuestran claramente la falta de acciones concretas del gobierno para solucionar los males de la sociedad, que aquí son un poco más acentuados. El estudio se realizó con centro en las mujeres (70% de la muestra) por su condición del género más débil, menos opciones de empleo, más violencia contra ellas y otros aspectos. Entre ellas más del 75% eran jóvenes de 20 a 35 años, con 15% mestizas, 30% blancas y 55% negras. La respuesta positiva a si había violencia contra la mujer fue 100%, con amplio espectro desde la violencia doméstica (maltratos por esposo, hermano, padre, hijo o algún otro residente en el hogar), pasando por la violencia en virtud de insuficiencia económica y la violencia en el puesto de trabajo (maltrato por jefes, compañeros de labor o alguna otra persona en el centro laboral). Otro rasgo cualitativo fue la discriminación por orientación sexual, que arrastra polémicas de larga data como consecuencia de la cacería de brujas, esto es: la campaña que se propuso, en los primeros años de la era castrista, exterminar a los homosexuales y que tanto dolor ha provocado al pueblo cubano. El nivel de respuesta positiva llegó al 90% en cuanto a que todavía hay mujeres que, en su puesto de trabajo o lugar de residencia, son malmiradas en este sentido. No menos importante es el color de la piel, que generó más del 95% de respuestas positivas en torno al racismo en el ámbito de la ubicación laboral e incluso en la imagen promocional de los productos. Las personas de piel blanca ocupan los puestos de trabajo con más beneficios, como dependiente de tiendas recaudadoras de divisas, carpeteras de hoteles, gerentes en cadenas hoteleras, dueños de negocios privados, conductores de espacios televisivos o radiales, directivos o administrativos de empresas… La piel oscura, por el contrario, se impone en los puestos de auxiliar de limpieza, cocinera, auxiliar pedagógica, empleada doméstica, custodio, artista u otra minoría social. En este municipio hay un alto porcentaje de personas de color en puestos secundarios de los sectores de salud pública, educación, comercio, confección textil y otros. La diferencia entre hombres y mujeres se ha querido enmascarar con el alto número de figuras que asumen cargos de jerarquía política. Se hace ver que, entre los jóvenes de entre 35 y 48 años que asumen la 26