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¿Quién vela por los intereses de la masa
trabajadora?.Nadie.
En nuestra sociedad no hay nadie
que.realmente.defienda.nuestros.derechos
Aparentemente son los sindicatos, pero en
realidad no defienden los derechos de los
trabajadores.
¿Jubilación o muerte?
Los trabajadores aprobaron recientemente
la ley que alarga la vida laboral de la
mujer (de 55 a 60 años) y del hombre (de
60 a 65 años). Esto se justificó por el
aumento de la calidad de vida y nos
compararon con los países de Europa,
pero no hay que investigar mucho para
dar con la verdad en contrario. Sólo hay
que visitar los hospitales y conversar con
los pacientes, doctores y trabajadores de
salud. No sólo el número de personas
enfermas aumenta de manera alarmante,
sino que la mayoría adolece de
enfermedades crónicas y son pocos los
que salen de las consultas con esperanza
de sanar. ¿Qué pasó con la medicina
preventiva? La respuesta hay que buscarla
en los papeles y estadísticas para
encontrarla en cifras nada más. Aquella
ley llegó a los trabajadores bien
preparada. Se leyó en las distintas
asambleas por todo el país y, según dicen,
la mayoría de los trabajadores votó a
favor, pero pude ver que realmente la
recibieron resignados, como quien acepta
la muerte de un paciente de enfermedad
termina. Nada se puede hacer. Incluso
escuché que era una estrategia del
gobierno para no pagar la jubilación, ya
que así pocos llegarían con vida a la edad
prevista. No podemos ignorar el número
creciente de niños, jóvenes y adultos
enfermos: ni las consultas médicas llenas
todo el tiempo. ¿Dónde está la esperanza
de vida? Son contadas las personas que
desayunan, almuerzan y comen; gran
parte de la población ingiere alimentos
una sola vez al día, en particular quienes
no tienen merienda y se resignan a los
almuerzos en los centros de trabajo o
estudio, cargados de carbohidratos y
acompañados en raras ocasiones con
alguna proteína o vegetales.
Salarios nominal y real
A pesar de todo, la gran masa trabajadora
asiste a los centros de trabajo para
percibir el salario, porque no viven del
cuento de la Cucarachita Martina, que no
sabía que comprar con una moneda. Las
necesidades del trabajador nunca son
satisfechas y el costo de los productos de
primera necesidad se incrementa cada día
mientras el salario permanece invariable.
El cuerpo se degrada por el esfuerzo
inmenso para seguir sobreviviendo. Un
joven aguanta consumiendo la salud que
trae de la niñez, pero los padres enferman,
porque tienen que privarse de alimentos
para dárselo a sus hijos, y las
enfermedades se vuelven crónicas. Un
cepillo de dientes o un tubo de pasta
dentífrica cuestan 10 pesos, que para
muchos trabajadores representa un día de
trabajo; un jabón de baño de mala
calidad, una libra de arroz, un mazo de
acelga o una libra de pan cuestan 5 pesos
cada uno. Un blúmer de la peor calidad
cuesta 35 pesos y se rompe a la primera
puesta. Ante esta situación la Cucarachita
Martina habría muerto, aún joven, por
alguna enfermedad degenerativa como
consecuencia de vivir en estrés
continuado con alimentación deficiente.
He trabajado durante 19 años como
profesional y nunca he podido comprar
un colchón para las camitas personales de
mi hija, que ha tenido que dormir durante
21 años en el colchón de cuna de uso que
le compré, pero las cosas no quedan ahí.
No he podido comprar ni un televisor ni
una batidora ni un refrigerador ni una
cocina. Como es de suponer, no puedo ni
pensar en alquilar o comprar un
apartamento o una casa. La ley de
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