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Aunque para muchos trabajadores
privados, los impuestos son demasiado
altos, Papito considera que vivimos un
momento histórico en que el sector
privado ha crecido y es promovido por la
dirección del país. Piensa que se debe
establecer alianzas más allá de las que
existen ahora entre sector estatal y sector
privado en lo económico. “Pueden
establecerse también para generar
beneficio social; cuando dejemos de
hablar de sectores habremos dado un gran
paso”.
Una mano lava la otra y las dos…
Uno de los proyectos entre Papito, el
Instituto Superior de Diseño (ISDI) y la
Oficina del Historiador de la Ciudad
(OHC) es Barbeparque. Arte Corte tuvo
la iniciativa y los estudiantes del ISDI lo
asumieron. Ivette Ortega, entonces
estudiante del ISDI, presentó el diseño en
concurso nacional y ganó en su categoría.
En Barbeparque, los aparatos que montan
los niños son instrumentos de peluquería:
la canal es una navaja, el cachumbambé
es una tijera… Dentro del parque hay una
barbería donde los niños se cortan el pelo.
“La OHC hizo el parque con el diseño de
la muchacha; yo monté el saloncito,
proporcioné el sillón, los espejos...”
Papito tiene también un proyecto con un
círculo de abuelos, vinculado a Salud
Pública. Lleva a los estudiantes de

peluquería a jugar dominó. Un abuelo que
fue profesor de pintura enseña a niños.
Allí se imparte un taller de arqueología
para niños y el abuelo que quiere se
incorpora. Hacen distintas actividades
culturales
e
interactúan
varias
generaciones. La empresa Habana Club
tiene el proyecto “Tú decides”, que
imparte conocimientos a adolescentes y
jóvenes para retardar la edad en que
empiezan a consumir ron. “Ese taller lo
impartimos en el Círculo de Abuelos y
hay
tres
abuelos
alcohólicos
incorporados”.
Enseñar a pescar; no regalar el pescado
“De haber sido un mal estudiante, pasé a
crear una escuela y convertirme en
profesor. Eso no me lo imaginaba cuando
comencé, la vida es irónica. El primer
curso lo empecé en el 2010. Estuve como
dos años reparando el local, que no es
mío, sino de la OHC. Estaba muy
deteriorado. Fui trabajando y pagándome
el sueño. No es con lo que me sobra, sino
con lo que gané. Cuando te ven
trabajando, empiezan a ayudarte. Por
ejemplo, en el aula tengo diez sillas que
me regaló el Instituto Nacional de
Deporte y Recreación (INDER) y la
Asociación Nacional del Sordo (ANSOC)
me dio cinco más que me faltaban para
este curso”.

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