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sábado por la tarde, en el horario que
teníamos para descansar y lavar nuestras ropas. La mayoría no teníamos otra
ropa para cambiar y nos preparábamos
para tener la apariencia requerida ante
nuestros padres y amigos de visita. A
quienes éramos parte de familias de
bajo ingreso se permitía adquirir ropa de
trabajo y zapatos tenis, que luego usábamos para ir a la escuela (los tenis) o
salir de casa (los pantalones).
En realidad, la mayoría de los jóvenes
tomaba aquella situación de vida con
alegría. A veces disfrutábamos de la
música, el baile y de uno que otro chiste
en las noches de recreación. Siempre
hubo gente necesitada y aunque los precios de los productos de primera necesidad eran más bajo que los actuales, gran
parte del pueblo debía realizar grandes
sacrificios para proveer a sus hijos los
productos de aseo, ropas y alimentos
que demandaba esas etapas.
Para mí fue la oportunidad de contar
con una toalla personal y dormir sola en
una cama, si es que podemos llamarle
así a las literas. En mi casa había sólo
dos camas cameras y un sofá-cama para
seis personas. A mí me tocaba dormir
con mi papá y mi hermano más pequeño
en una cama camera. Ya en el desarrollo
dejé de dormir con ellos, porque daban
patadas en sueño, y empecé a dormir
sobre un aparador: un mueble de caoba
grande utilizado para guardar la canasta
familiar con alguna que otra cucaracha.
Yo ponía una colcha y una sábana encima para convertirlo en camita personal. No he podido recordar en qué momento de nuestra vida f֖Ɩ"V