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que se puede acceder en los archivos de Ancestry.com. Susannah se había casado en Cuba con
el hacendado azucarero Manuel M. Quintana,
mientras que Mary Deidamia formalizó su matrimonio con el ingeniero en minería James H.
West.
El menor de los hermanos de Theodore William,
Joseph Manuel Phinney, se casó con Rose Lindsay y residieron primero en Massachusetts y
luego en Connecticut. Tuvieron cuatro hijos:
Anietta, Lola, Mary y un único varón, a quien
nombraron Theodore Phinney (Lindsay).
Theodore William Phinney murió el 30 de noviembre de 1912. Su obituario apareció el 1 de diciembre de 1912 en The New York Times. El periódico dio cuenta días después de la lectura de su
testamento, en nota de prensa del 17 de diciembre
de 1912.
Zombis del Mayflower
Al mulato Ceferino Phinney Morales, sus descendientes lo describían como medio rubio, de ojos
verdes y bilingüe. Nació en 1843 en Cárdenas, según consta en los archivos de la Necrópolis Cristóbal Colón (La Habana), donde fue sepultado en
1918. No tuvo padre reconocido y su madre fue
la negra esclava Victoria Morales.
Si a Ceferino Phinney se le hubiera concedido la
libertad al nacer, quizás podría ser una evidencia
de que su padre fue también su amo, porque no
tuvo oportunidades para haber nacido libre. El
mestizo nació 25 años antes de que se promulgara
la Ley de Vientres Libres, que concedió la libertad a cualquier hijo de una esclava nacido después
del 17 de diciembre de 1868. A su vez, su llegada
al universo colonial cubano, tuvo lugar 43 años
antes de que se decretara oficialmente la abolición de la esclavitud en 1886. Todos los indicios
apuntan a que nació esclavo.
¿Quién fue el padre de Ceferino Phinney Morales? Lo narrado de generación en generación es
que su progenitor vendió sus propiedades en
Cuba y se fue a vivir a E stados Unidos a finales
de 1850. El viejo Theodore Phinney falleció en
1852, según consignan diversos documentos y
notas de prensa del New York Times. Fue Theodore William Phinney Jr., último administrador
de las propiedades en Cuba, quien puso fin al negocio familiar y se marchó a Norteamérica, donde
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se casó, creó una familia y murió casi 60 años después.
Cuando Ceferino Phinney nació, el viejo Theodore, fundador del negocio y casado con la inglesa Ann (Barrett) Phinney, tenía 67 años y fama
de mantener relaciones íntimas con otras mujeres,
incluso esclavas. Sus hijos varones reconocidos,
Theodore William y Joseph Manuel, tenían en esa
fecha 15 y 11 años, respectivamente.
Una investigación genómica preliminar para hallar justicia en la verdad científica, ofrece resultados que confirman la veracidad de la vieja historia
sobre la existencia de descendientes cubanos de
la familia norteamericana Phinney.
Pruebas genéticas de ancestros de la línea paternal, de los genes del cromosoma Y-DNA37, fueron efectuadas por la empresa Family Tree DNA,
de Tejas, a los cubanos Alfredo Phinney y Enrique Sanler, descendientes de hijos varones de Ceferino Phinney Morales. El análisis del cromosoma masculino, conocido como el artífice de los
testículos y la esperma, reveló la ancestralidad
mixta con un altísimo porcentaje de ascendientes
ingleses, irlandeses y norteamericanos, algunos
hasta con el propio apellido Phinney.
Cualquier revelación genética nos reconvierte en
personas con permiso a regresar al pasado para
saber de esos otros que también nos habitan, a
quienes cantamos, ignoramos y tememos. Nos
permite sentir, saber y entender qué pasó. El estudio aportó certezas del parentesco de los dos sujetos investigados con aquellos Phinney blancos
que vivieron en Cuba a principios del siglo XIX.
Ceferino Phinney Morales, descendiente mulato
cubano, no reconocido, de la familia norteamericana Phinney (1843-1918), sufrió la maldad de
los esclavistas, incluido su padre, e infligió la
suya a sus seis hijos (Antero, Enrique, Candita,
Victoria, Agustín y Caridad), a quienes desconoció como tales, despojándolos de un apellido que
más que un símbolo de fortuna representó para él
la estela maldita de la esclavitud.
Esta rama afrocubano-americana de la familia
Phinney, que calladamente ha desesperado siempre de sí misma, aún siente que le hace falta una
seguridad lejana que devuelva su historia, una
fuente de fuerza que transforme su sensibilidad
La vida de los descendientes cubanos del Mayflower es una la larga historia de gentes de mal vivir,