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Racismo y traducción
clase y género en Cuba y el mundo
Enrique Del Risco
Escritor
Cubano. Residente en Estados Unidos
E
l recién concluido 2013 presenció un inédito incremento del debate sobre la discriminación racial en Cuba. Que la parte más
sustancial y visible de ese debate no se haya verificado en la prensa oficial cubana, sino en medios
como The New York Times, no le quita importancia al asunto, aunque sí lo hace más complejo.
Basta pensar que este debate se desarrolla en
idioma distinto a aquél en el que se expresa el fenómeno y trae consigo los problemas que acarrea
toda traducción. Y precisamente a un problema de
traducción le achacaron la reacción un tanto extrema contra Roberto Zurbano: destituirlo como
director del Fondo Editorial de la Casa de las
Américas; y la de la prensa oficial cubana, a la
que le fue permitido el derecho a réplica.
Habían cambiado el título del artículo en NYT1,
fue la queja-disculpa de Zurbano: “Para los negros en Cuba la Revolución no ha terminado” se
tradujo “For Blacks in Cuba, the Revolution
Hasn't Begun.” No se molestó en detenerse en que
el título original implicaba al menos que la revolución en Cuba había concluido para el resto de la
sociedad, algo que, como es de sospechar, desagradaría a las autoridades, tan sensibles a la hora
de reafirmar no sólo la extensión de la revolución,
sino también su vigencia.
Los títulos de los artículos que aparecieron en La
Jiribilla2, el órgano de prensa encargado de hacer
frente al artículo de Zurbano y el semanario online del país con peor conectividad a Internet en
el continente americano, fueron bastante explícitos sobre el impulso dominante. Desde el cronológico “La revolución cubana comenzó en
1959,”3 de Esteban Morales, pasando al rítmico
“Para los negros, la Revolución no ha terminado,
ni para nadie de este lado,”4 de Ernesto Pérez Castillo, hasta el enfático “En el órgano equivocado
y el lenguaje equivocado,”5 de Silvio Castro. A
este sólo le faltó decir que el artículo había sido
traducido al idioma equivocado.
Los problemas de traducción del artículo del catedrático de Harvard Alejandro de la Fuente son
más sutiles. Para empezar, posiblemente el artículo haya sido escrito originalmente en inglés,
lo que solo en apariencia evitaría los inconvenientes que conlleva el acarreo de ideas de un idioma
a otro. El argumento de “A Lesson from Cuba on
Race”6 es más o menos sencillo, aunque desde la
perspectiva liberal norteamericana no deja de ser
sorpresivo: el aseguramiento de la justicia social
a los diferentes grupos raciales no garantiza la eliminación del racismo.
A pesar de la reducción de las diferencias económicas y sociales entre blancos y negros —nos
dice el profesor de la Fuente— ni el acercamiento
en el nivel de ingresos y en el acceso a la educación impiden que “blackness continued to be associated with negative social and cultural features. Black was still ugly. Black still meant deficit
of culture and refinement, rates of schooling notwithstanding. Black was still associated with violence, rape, robbery, crime. Black continued to be
black.” [la negritud continúa siendo asociada con
características sociales y culturales negativas. Siguió siendo fea. Siguió implicando déficit de cultura y refinamiento, no obstante las tasas de escolaridad. Siguió vinculándose a la violencia y el
crimen, el robo y l