IDENTIDADES 1 ESPAÑOL Febrero 2017 | Page 98

Arte e Identidad

Soma: la píldora contra el silbido y la risa de la cultura

Manuel Cuesta Morúa Historiador y politólogo Portavoz del Partido Arco Progresista Coordinador Nacional de la Plataforma Nuevo País Miembro del Comité Ciudadanos por la Integración Racial( CIR) La Habana, Cuba

R

ecordemos. En una de las anti utopías mejor logradas en el intento de describir la vaciedad humana en todo proyecto de sociedad perfecta— Un mundo feliz, de( Aldous Huxley— uno de sus personajes nos introduce al Soma. ¿ Qué es el Soma? Una píldora capaz de combinar todas las ventajas del cristianismo y del alcohol, sin pasar por ninguno de sus inconvenientes. Y debo aclarar que mi mención al cristianismo no implicará aquí valor de juicio alguno. En el planeta Ford, donde habitan esos seres humanos cortados por la ciencia, basta con ingerir Soma para alcanzar ese estado dichoso de bienestar y perfección, dentro del cual todo el mundo es feliz y la vida transcurre con el ritmo y la normalidad programados. Si el cristianismo, en ejercicio de su mayor virtud, condena las orgías a que puede conducir la ingesta de alcohol, ahí están los efectos preventivos del Soma para exculpar las consecuencias de la borrachera a través de la labor purificadora del cristianismo, previamente encargado de vaciar al sexo de toda su carga erótica para dotarlo de función pública: la descarga necesaria del estrés social. Así que no os preocupéis: pecamos, sin pecar. Efecto prodigioso del Soma. Pero nos enteramos que la sociedad perfecta de Un mundo feliz puede que no sea tan concluyente. En el planeta Ford desfila impertinentemente un personaje singular y corrosivo: El Salvaje, que nos recuerda que hay matrimonios humanos, sexo por el placer del sexo y algunos recovecos misteriosos en que la humanidad se aleja de las utopías por esa perseverancia contumaz de lo humano por encima de la planificación de los humanos. Y aunque se nos sigan dando píldoras de Soma, la vida se hace vida traicionando constantemente a las utopías. Pues bien. Hace ya bastante tiempo que al discurso cultural del poder en Cuba se asignó la función de Soma( píldora) para sublimar las contradicciones de la vida social, que comenzaron a salir a la superficie con la revancha de las culturas, en toda su diversidad, sobre el discurso de la Cultura, así en mayúscula. Digamos que nuestro Soma nace redondeado del laboratorio ideológico a fines de los años 80 y principios de los 90 del siglo pasado frente al retorno imparable de la tradición, a través de la vida y la estética religiosas, y a la irrupción rompedora de la modernidad con la aparición, por ejemplo, de Arte Calle y de jóvenes pensadores heterodoxos reunidos en algo que se hizo llamar Grupo Paidea. Recordemos también que hubo un tiempo en que el discurso de la cultura no necesitaba travestirse como píldora, como Soma. Todo lo contrario. Eran los tiempos del constructivismo real
97