Al llegar al albergue de Máximo Gómez, ya estaba operada de cáncer en el útero. Años después apareció un tumor en el colon y de nuevo se sometió a operación. Le extirparon el lado derecho del colon, pero estaba bien en comparación con sus condiciones actuales de salud. Ha sufrido dos infartos cerebrales y tiene la mitad del cuerpo paralizada. No puede subir las escaleras hasta la barbacoa donde están las camas. Tampoco podría dormir en un colchón en el suelo, porque le sería extremadamente difícil levantarse para ir al baño de noche. Debe dormir abajo, en el sofá. Es esquizofrénica paranoide y asmática, padece de líquido en el pulmón derecho y de artrosis generalizada. Según el ortopédico, puede quedar completamente inválida. La conversación es un esfuerzo agotador para ella. No consigue hablar con fluidez. Interrumpe la conversación para tomar aire, que le falta a cada momento, así como para usar el spray de salbutamol o recordar palabras que olvida. Al enumerar los medicamentos que usa, asumo que vive de la jubilación, pero no la tiene, aunque trabajó veinte años. La mantiene su esposo. En 2015, su sueño era“ dejar de dormir en un sofá y dormir en su cama”. Estaba a punto de hacerse realidad: por causa de tantas enfermedades, la hicieron caso excepcional y le prometieron sacarla a un lugar mejor. Tras mis visitas al albergue en 2015, vino un militante del Partido Comunista a averiguar quiénes y de dónde eran los periodistas que habían estado haciendo entrevistas. Kirenia me cuenta que una vecina les dijo que“ aquí no vino nadie, ni p …; ustedes lo que tienen que hacer es acabar de resolvernos los problemas. Miren cómo estamos”. Aquel señor se retiró.
En el mismo lugar y con la misma gente En 2016 regresé a Máximo Gómez 27.
¿ Qué había cambiado? Las moscas que me recibieron en la entrada eran otras, el piso había empezado a hundirse, las paredes fueron descorchadas. Santa trabaja como auxiliar de limpieza por 275 pesos mensuales y debe cargar el agua de la cisterna, porque no tiene instalación para el agua corriente. Ahora tenía más dolores de columna que un año antes. Sigue aquí. También Alina, con sus hijos y nietos. Vivian tampoco ha recibido vivienda, pese a ser caso priorizado:“ Me iban a llevar para un lugar en Roble Dos”. Kirenia me explica que eso está en Guanabacoa; pero según Vivian, está:“ en el infinito del mundo”. Me cuenta que su esposo fue a ver el lugar y tuvo que caminar once cuadras desde donde lo deja la guagua.“ No hay consultorio médico. Mi esposo trabaja; si me da un dolor, no tengo a nadie cerca. Aquello está aislado. No puedo caminar once cuadras. Cuando camino unos metros, me agito y si camino más, me duele todo el cuerpo. La Dirección Municipal de Albergues iba a darme algo en Casablanca, donde vive mi hija. Ella trabaja, pero mi nieta no e iba a cuidarme. Pero se la dieron a una mujer que tenía subsidio. Dicen que es prestada, hasta que levante la casa que se le cayó, pero tengo entendido que a la persona que se acoge a eso no le corresponde vivienda. Se fueron por encima de la ley”. Vivian asegura que el presidente del gobierno local y la directora de Vivienda autorizaron a esa mujer a ocupar la casa y le dieron la llave. La Dirección de Albergues no estuvo de acuerdo. La hija de Vivian redactó las cartas que se enviaron al gobierno y al Partido del municipio Regla para denunciar que no recibió la vivienda que le iban a otorgar como caso social excepcional. Vivian me mostró una carta enviada al presidente del gobierno local de Regla, firmada por él como recibida, que planteaba la misma queja. La respuesta fue que él no tenía nada
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