Arquíloco me grita desde
las sombras.
–¿Venganza? –vocifera,
mientras me mira con
esos ojos acusadores
que
leen
pensamientos.
mis
Mi corazón se retuerce
como si le cayera sal y
limón encima, golpea
fuerte el lado izquierdo
de mi cuello, como si
quisiera hacerlo reventar.
Katerva me mira a lo
lejos, con esos ojos suyos
que me hacen sentir
culpable, con ese dedo
acusador que lastima mi
hombro y asegura mi
culpa.
–¿Cuál culpa, por qué me
m i ra s a s í ? – l e g r i t o ,
mientras empujo al
enano y suelta un pujido.
¡El mundo desvanecido
se me viene encima, es
un lacónico momento de
claridad! Tomo mi rostro,
mis sienes, mil recuerdos
llegan al mismo tiempo.
Los pinzones, pintados
de negro profundo,
convertidos en suspiros
humeantes, sueltan mi
pelo y se alejan
asustados. Mil mentiras
golpean mi estómago, mi
cerebro divaga y busca
una respuesta que no
existe, ¡no puede existir!
Sólo recuerdo un enorme
portal oscuro que
apareció de pronto frente
a
mí,
lleno
de
advertencias y de
imágenes tenebrosas. Se
extendió hacia arriba, lo
recuerdo, y desde lo alto
me observó con ojos
acusadores, como un
pensador mudo que
advierte que no hay que
acercarse.
–¿Crees que pensar es
todo y actuar es nada,
eh? ¡Elegí entrar en este
portal, caminar a oscuras
a través de este pasaje
sin retorno, elegí actuar!