Fue enviada a un colegio de señoritas a tan solo la edad de 16 años en la capital, Tegucigalpa. Conforme pasó el tiempo fue mejor conocida como “Clemen”, fue así como se fue liberando de su pasado. Se vió obligada a enfrentar dos grandes situaciones críticas: El conservadurismo y machismo de la sociedad de Honduras. Fue ahí cuando decidió ignorar ese hecho e hizo lo que más amaba, el escribir poesía.
La “Mujer Nueva” es como se le conoce a una de las primeras mujeres hondureñas en atreverse a usar traje de baño en el país. Su diseño se caracterizaba por ser unos pantaloncillos cortos y ajustados, lo que, por obvias razones para ese tiempo, despertó todas las críticas de parte de la alta sociedad. Pero a pesar de esto, su liberalismo y despreocupación despertó admiración para muchos.
En 1930 Clementina logró captar la atención de casi toda Centroamérica y México con su primer libro titulado “Corazón Sangrante”. Ella prefirió ser llamada dentro del mundo artística como mujer poeta en lugar de “poetiza”, al justificar que este término era denigrante
Clementina mostró una postura muy firme desde sus inicios, llegando al punto donde fue desafiante y alabadora para distintos temas, entre ellos el amor, sexo y la libertad. Mostró a la figura femenina con cierto poder de influencia ante todo el mundo. En sus subgéneros eróticos no cae en lo vulgar o pretencioso. Clementina nos enseña la figura de la mujer, como alguien que es capaz de amar, ser amada, sentir, sufrir, gozar y reír con la misma intensidad a pesar de los estigmas que se han conllevado a lo largo de los años en nuestro mundo, dejando a un lado los tabúes y la religión.