poderío español en el Nuevo Mundo. Sus gruesos muros y torreones definieron el perfil defensivo que caracterizaría la costa habanera durante siglos. La transición hacia la modernidad republicana encuentra su máxima expresión en el Edificio Bacardí, terminado en 1930. Este ícono del estilo Art Decó, con sus líneas geométricas, materiales lujosos y la emblemática escultura del murciélago en su cúspide, simboliza la prosperidad que Cuba experimentaba en las primeras décadas del siglo XX, cuando La Habana competía con las grandes metrópolis mundiales. El Capitolio de La Habana, inaugurado en 1929, encarna perfectamente las aspiraciones de la
joven república cubana. Este imponente edificio neoclásico, con su cúpula dorada visible desde gran parte de la ciudad, se convirtió en el símbolo del poder político nacional y en testimonio de la ambición de una Cuba que buscaba su lugar en el concierto internacional.
La revolución transforma el paisaje
El triunfo revolucionario de 1959 reescribió el paisaje urbano habanero. La Plaza de la Revolución, con su monumental homenaje a José Martí, se convirtió en el nuevo epicentro simbólico del poder, testigo de multitudinarios discursos y des-
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