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En lo profundo del paisaje semidesértico de Querétaro, en el municipio de Ezequiel Montes, emerge un proyecto singular que fusiona historia, arquitectura y sostenibilidad: Hacienda El Aguacate. Se trata de una antigua hacienda del siglo XIX, restaurada por el estudio de arquitectura GOMA, no como un encargo externo, sino como una iniciativa personal en la que el estudio se convierte en arquitecto, cliente y habitante. Fundado por Carlos González y Udo Muchow, con Santiago Luján como socio de proyectos, GOMA transformó este antiguo molino abandonado en un santuario contemporáneo sin desarraigar su esencia. Su intervención no se basó en reconstruir lo perdido, sino en respetar lo que el tiempo dejó en pie.
Buscando el aprovechamiento máximo del terreno, se construyó una alberca adicional a la de la casa principal, en una de las fronteras del predio que limita con el paisajismo implementado por el estudio.
Restauración con mínima alteración
El enfoque fue claro desde el inicio: actuar solo donde el impacto humano ya había dejado huella. Así, se consolidaron estructuras preexistentes sin alterar el ecosistema de la cañada de 30 hectáreas que rodea el predio. Se evitó toda intervención innecesaria, eliminando elementos posteriores— como fuentes y azulejos— que desvirtuaban el carácter original del lugar.
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