Los espacios de culto son capaces de no solo aprovechar la ventilación e iluminación natural con ciertos fines sino también expandir sus usos hacia el exterior.
Luz divina: el elemento transformador La luz natural trasciende su función básica para convertirse en elemento simbólico y experiencial en estos espacios de culto. El Espacio espiritual El Perdido de estudio ALA en México utiliza materiales endémicos como vara de arco, palma y muros de tierra compactada para filtrar la luz solar, creando atmósferas contemplativas que cambian a lo largo del día. Algunas capillas, como el Centro Ecuménico de Carolina Maluhy en São Paulo o la Capilla Jesuita de Solo Eduardo, emplean cerramientos móviles que permiten expandir el espacio hacia el exterior, maximizando la ventilación natural y adaptándose a diferentes actividades y aforos. Estos santuarios sin muros representan una revolución silenciosa en la arquitectura religiosa latinoamericana: espacios donde la espiritualidad se experimenta no solo a través del ritual, sino mediante todos los sentidos, en profunda comunión con la naturaleza y el paisaje circundante.
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