HOLOCAUSTO BAJO LA LUPA - JURGEN GRAF El Holocausto bajo la Lupa | Page 67
HOLOCAUSTO BAJO LA LUPA
por los cuerpos apretujados haría que el gas emanase de
las bolillas al cabo de unos pocos minutos. Por eso cerró la
escotilla inmediatamente.
El gaseo había comenzado. Höss esperó un rato, para que
el gas pudiese circular bien, y cortésmente invitó a su
invitado a echar una nueva mirada por la mirilla. Himmler
miró algo embobado, y obviamente impresionado al
interior de la cámara de la muerte y se dirigió con
renovado interés al comandante, haciéndole una serie de
nuevas preguntas.
Lo que había visto pareció haberlo satisfecho y puesto de
buen humor. A pesar de que raras veces fumaba, aceptó
un cigarrillo de un oficial y mientras lo chupaba
torpemente, se reía y bromeaba.
Esa atmósfera más relajada por supuesto no significaba
perder de vista lo más importante. Más de una vez se alejó
del grupo de oficiales para cerciorarse del progreso de la
acción y cuando todos estaban muertos, se interesó
vivamente por el procedimiento siguiente.
Ascensores especiales transportaban a los cadáveres al
crematorio, pero la cremación no se llevo a cabo
inmediatamente. Había que extraer los dientes de oro. De
las cabezas de las mujeres había que cortar el cabello que
serviría como material de empaque para los cabezales de
torpedos. Se había tomado nota previamente de los judíos
ricos, cuyos cadáveres ahora eran separados para su
posterior disección.
No podía descartarse que algún pillo entre ellos hubiese
escondido joyas -- aun diamantes -- en alguna abertura de
su cuerpo. Era sin duda una tarea complicada, pero la
nueva maquinaria funcionaba perfectamente, manejada
por obreros diestros.
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