HOLOCAUSTO BAJO LA LUPA - JURGEN GRAF El Holocausto bajo la Lupa | Page 126
Jürgen Graf
Según explicó, no todos los cadáveres se quemaban de
manera pareja. Había cadáveres buenos y malos,
incombustibles y fácilmente inflamables. El arte consistía
en usar los buenos para quemar los malos. Según sus
investigaciones
--que
obviamente
estaban
muy
adelantadas --, los cadáveres viejos ardían mejor que los
frescos, gordos mejor que flacos, mujeres mejor que
hombres, y niños, no tan bien como mujeres, pero mejor
que hombres. De esto resultaba que cadáveres viejos de
mujeres gordas eran los cadáveres ideales. Herbert Floss
los hizo poner a un costado como así también a los de
hombres y de niños. Después de haber sido desenterrados
y clasificados casi 1.000 cadáveres, se procedió a
apilarlos, colocándose el mejor material combustible abajo
y el de menor calidad arriba. Floss rechazó los bidones de
gasolina que se le ofrecieron y en su reemplazo hizo traer
madera. Su acto debía ser perfecto. La leña se juntó
debajo de la parrilla de la hoguera formando pequeños
focos, cual fogatas. La hora de la verdad había llegado.
Con solemnidad le entregaron una caja de fósforos; él se
agachó, encendió el primer foco seguido de los otros y
mientras la madera empezaba a quemarse paula-
tinamente, con su caminar tan extraño se acercó a los
funcionarios que esperaban a cierta distancia.
Las llamas crecían más y más, lamiendo los cadáveres,
vacilando primero pero después llameando con brío. De
repente, toda la hoguera quedó envuelta en llamas que
crecían expulsando nubes de humo. Se percibió un
crepitar intenso, los rostros de los muertos se contraían
dolorosamente y reventaba su carne. Un espectáculo
infernal. Por un momento, hasta los hombres de las SS
quedaron como petrificados, observando mudos el milagro.
Herbert Floss estaba radiante. La hoguera echando llamas
era la vivencia más hermosa de su vida... Un
acontecimiento tal debía festejarse. Se trajeron mesas que
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