HOLOCAUSTO BAJO LA LUPA - JURGEN GRAF El Holocausto bajo la Lupa | Page 123
HOLOCAUSTO BAJO LA LUPA
bajo había una escalera apoyada que llegaba hasta un
pequeño tragaluz. Un personaje en uniforme de las SS la
escaló rápidamente. Una vez arriba, se puso una máscara
antigás y guantes, luego con la mano derecha abrió el
tragaluz, sacó una bolsa de su bolsillo y echó su contenido,
un polvo blanco, prestamente hacia adentro, para volver a
cerrar el tragaluz inmediatamente. Bajó como un
relámpago, tiró la escalera sobre el pasto y salió corriendo
como si lo persiguieran los demonios. En el mismo momento
se oía la espantosa vocería, los gritos desesperados de
gente ahogándose... Después de unos cinco a ocho minutos
estaban todos muertos. 63
En Auschwitz, este polvo blanco -- desconocido hasta el
momento por la química -- parece haberse agotado de vez
en cuando, por lo cual las SS se vieron obligadas a
recurrir a otros métodos de asesinato. A éstos los describe
el señor Eugène Aroneanu en su «relato verídico»:
A unos 800 a 900 metros del lugar donde se encuentran
los hornos, los prisioneros suben a carritos que corren por
rieles. En Auschwitz, su tamaño varía y pueden tener una
capacidad para 10 a 15 personas. Cuando el carro está
cargado, lo hacen bajar por una pendiente y entonces
corre a toda velocidad por un pasillo. Al final del mismo se
encuentra una pared y detrás de ella, la puerta del horno.
En el momento de chocar contra la pared, esa puerta se
abre automáticamente. Vuelca el carro y arroja su carga
humana al horno. 64 . En contraposición a estos «relatos de
vivencias», el de Zofia Kossak 65 por lo menos describe a
63
(Citado según Stäglich,
Der
Auschwitz-Mythos [«El mito
de Auschwitz»], editorial Grabert, 1979, p. 198).
64
Aroneanu, Camps de Concentration, Office français d'édition,
1945, p.182
65
Du fond de l'abîme, Seigneur
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