HOLOCAUSTO BAJO LA LUPA - JURGEN GRAF El Holocausto bajo la Lupa | Page 113
HOLOCAUSTO BAJO LA LUPA
cabeza hacia la abertura, y un tirador, desde detrás de la
abertura, le disparaba. Pero esta instalación no era lo
suficientemente práctica, porque a menudo el tirador no
daba en el blanco. Al cabo de ocho días se creó un
dispositivo nuevo. Se ubicaba al prisionero de guerra
igualmente contra la pared; luego se hacía descender
lentamente una plancha de hierro sobre su cabeza. El
prisionero tenía la impresión como si le iban a medir su
estatura. Pero en la plancha de hierro había una clavija
que se disparaba y pegaba en la parte trasera de la cabeza
del prisionero, cayendo éste muerto al suelo. La plancha
de hierro se accionaba mediante una palanca de pie que
se encontraba en el rincón de la habitación. (Obra arriba
citada, tomo VII, sesión del 13 de febrero de 1946).
Los cadáveres de los 840.000 prisioneros de guerra así
asesinadas se incineraron -- según la acusación -- en
cuatro crematorios móviles, que se
habían
montado
sobre un acoplado de camión. Lamentablemente, ni las
máquinas a pedal de destrucción de cráneos, ni los
crematorios móviles, de los cuales cada uno tenía
capacidad para incinerar 210.000 cadáveres en tiempo
reducidísimo, ni tampoco ninguna de las otras
innumerables maravillas de la tecnología fascista
descriptas en Nuremberg fueron presentadas como cuerpo
del delito ante el tribunal. Pero en su lugar había una gran
abundancia de declaraciones escritas de testigos oculares
bajo juramento. Para confeccionar esas declaraciones, sólo
se necesitaban algunas máquinas de escribir y mucho,
mucho papel.
31. Los procesos en Alemania Occidental relacionados
con los campos de concentración
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