HOLOCAUSTO BAJO LA LUPA - JURGEN GRAF El Holocausto bajo la Lupa | Page 106

Jürgen Graf necesitaban cierto tiempo para instalar su museo del horror. Lo que de allí resultó corresponde más o menos al estándar que caracteriza el éxito del comunismo, sin parangón en la historia mundial: Cámaras de gas que jamás podrían haber funcionado; fosas para incineración de sólo 60 cm. de profundidad y que, no obstante, están permanentemente inundadas por el elevado nivel de la capa freática; enormes cantidades de cabello femenino que es, en su totalidad, de un mismo color, y donde se trata ostensiblemente de cáñamo. Al terminar la guerra, los británicos buscaron febrilmente a Rudolf Höss, quien se convertiría luego en el testigo principal del más grande crimen de todos los tiempos. Pero Höss desapareció viviendo bajo el nombre de Franz Lang en una granja en el campo en el estado de Schleswig-Holstein. Finalmente, en marzo de 1946 lo halló una patrulla inglesa. En su libro 53 el escritor inglés Rupert Butler relata cómo se obtuvo la confesión de Höss. Butler se basa en la declaración del sargento judeo-británico Bernard Clarke, quien estuvo a cargo de la detención y del interrogatorio del primer comandante de Auschwitz: Höss gritó de espanto al ver los uniformes británicos. Clarke vociféró: « ¿Cómo se llama Ud.?» Cada vez que la respuesta era «Franz Lang», el puño de Clarke se estrellaba en la cara de su prisionero. Al cuarto impacto, Höss se plegó y confesó quién era... El preso fue bajado a tirones del camastro superior, y se le arrancó el pijama. Luego fue tironeado, desnudo, a una de las mesadas del matadero, y a Clarke le pareció que los azotes y los gritos no iban a cesar nunca... Tiraron una manta sobre Höss y lo arrastraron al automóvil de Clarke, donde el sargento le hizo bajar un gran trago de whisky. Al intentar dormir Höss, Clarke le metió su bastón bajo los párpados y ordenó en alemán: 53 Legions of Death (Arrow Books Limited, 1983, p. 235 y sgs. 106