History, Wonder Tales, Fairy Tales, Myths and Legends Principales Leyendas, Mitos y Cuentos Chilenos | Page 268
El volcán abrió sus entrañas, y bajo el golpe febril de los escultores, fue entregando
"moai" cada vez más gigantescos que, caminando solos, iban a ubicarse en distintos
lugares de la isla. Muchos "moai" salieron de ahí.
Al compás de los cantos, de ritmos autóctonos, iban dibujando rostros sobre la roca
grisácea, mientras los maestros Miru A'Hotu y Tani Teako A'Hotu dirigían a los
escultores. Primero la cabeza, luego el cuerpo, el fino tallado de las orejas y de las
manos, hasta que por fin el último golpe rompía la unión de la montaña, los moai,
con sus órbitas secas, la nuca aplastada, con una mueca desdeñosa en sus finos
labios salientes y las manos cruzando la barriga, bajaban del volcán caminando,
iban hacia los "ahu".
Una tarde, mientras servían a los maestros la comida, uno de los ayudantes
preguntó: “Miru A'Hotu, ¿cómo se forma la cabeza de las estatuas?”
Este sonrió y dijo: “Es muy fácil; mira la tuya, entonces sabrás cómo la formamos.”
Luego, otro preguntó: “Tani Teako A'Hotu, ¿cómo se forma el cuerpo de los
moai?”
Y la respuesta fue la misma.
Ute-uka y Manu-ataki, que habían formulado las preguntas, regresaron
preocupados a sus "hare-paena". No lograban comprender las respuestas. Como la
hora era avanzada y la brisa soplaba tibia, decidieron darse un baño. Una vez en el
agua, se miraron sus cuerpos, sus sexos y sus cabezas. Vieron que tenían una
notable semejanza como los "moai". A partir de ese momento comprendieron que
para hacer buenos "moai" deberían tomar como modelo sus propias figuras.
Ute-uka y Manu-ataki probaron esculpir una estatua, pero ella resultó muy fea. Los
isleños al verla estallaron en risas y se burlaron de los escultores principiantes.
Volvieron a esculpir otra, que resultó mejor, pero aún con defectos, hasta que un
tercer "moai", que llamaron Have, fue perfecto, como la obra de sus maestros.
Llenos de alegría, Ute-uka y Manu-ataki ordenaron en voz alta: "¡Levántate y
camina!". Y la estatua se incorporó y se fue caminando hacia Hotu-iti.
Saltaron de regocijo: conocían el gran secreto, y para evitar competencias no
buscaron ayudantes, sino que tomaron a una vieja para que los atendiera. Era una
mujer vieja, fea, pero ignoraban que ella era bruja.
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