History, Wonder Tales, Fairy Tales, Myths and Legends Principales Leyendas, Mitos y Cuentos Chilenos | Page 218
ella y su familia ahora? ¿muertos tal vez? ¿enterrados o ahogados? ¿destrozados y
carbonizados? ¡sólo Dios lo sabe!
Mientras él, se encontraba en estos instantes en lugar seguro delante de su choza
como petrificado, imposibilitado de poder ayudar a nadie. También en esta ocasión
expedía el volcán hacia el cielo nocturno con estruendo ensordecedor rocas
candentes y lava candente. Algunos de ellos ya habían alcanzado el lago Paimún.
Con tremendos silbidos se volcaban hacía él. Enormes nubes blancas de vapor
emanaban del lago. Como un enorme telón impedían de tiempo en tiempo la visión
del horrendo drama de la naturaleza. Zigzagueantes sombras de diversos colores y
originadas por el humo y vapor ondeante dieron vida real a la terrible escena,
cambiando permanentemente la pavorosa imágen del suceso.
Repentinamente lo rodearon dos tibios brazos de mujer desde su espalda. El viejo
cacique temblaba, mientras un suave rostro se plegaba cariñosamente al suyo,
curtido por el sol y el viento. ¿Por qué estás temblando, papá? ¿Por aquel cerro
furioso?. Ya se volverá a calmar de nuevo!” “Es cierto, Zulema; pero piensa en los
seres que residen allí en sus laderas!” “Entre ellos tu hermana mayor y su familia.
¿Todos aquellos, que caprichosamente volvieron a edificar al pie del volcán están
inevitablemente perdidos! terrible y furioso como hoy no lo tengo en memoria
cuando niño. Cuando el desastre se devoró la mitad de nuestra gente. ¿O será que
aún fui tan pequeño, que no pude apreciar y comprender a magnitud de aquella
destrucción? ¡Si el cerro sigue enfurecido varios días como en estos momentos no
se salvará ni una sola alma de los que residen allá!”. Sus últimas palabras fueron
acompañadas de un espantoso tronar, mientras el suelo oscilaba en un vaivén, como
si la costra terrestre fuera hecha de cartón ondulado. Nahuel se había levantado
sobresaltado. Repentinamente ambos se encontraron abrazados. Los movimientos
ondulantes de la tierra iban en aumento. Enormes árboles milenarios se movían
amacándose de un lado a otro como si fueran tiernas plantas azotadas por el viento.
Lentamente iba mermando y alejándose el tronar subterráneo. Súbitamente un
inmenso haz de fuego se elevó del cráter. Se mantenía erigido contra el cielo
nocturno como una enorme antorcha para luego hundirse en la oscuridad.
Con materna ternura abrazaba Zulema a su padre. Con ojos desorbitados se
mantenía parado el pobre viejo como petrificado. “Querido padre”: un pañuelo.
“Ningún poder humano es capaz de desviar el destino. El destino de uno está
marcado ya desde su nacimiento. Yo presiento el mio!” Nuevamente, temblaba el
anciano en sus brazos, sollozando como niño asustado. El también presentía
aproximarse algo terrible, algo inevitable, atroz y perverso.
El volcán se portó similar a la erupción anterior durante su niñez. Con todo su
ímpetu enfurecido actuó durante tres días y tres noches. Expulsó de su interior
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