HistoriaSam clone_ | Page 3

Y.... ¿Dónde está Dios?

En los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial hubo mucha desolación, los prisioneros se sentían abandonados y en lo último que pensaban era en Dios.

Para entenderlo mejor quiero que te concentres muy bien, imagínate que eres un judío durante la Segunda Guerra Mundial. Estas escondido, no te quieres que nadie te encuentre porque sabes que es lo que pasaría. Lo único que te queda es tener fe y esperar que todo pase rápido para poder vivir libre. Lo único que te queda es rezarle a Dios, a esa persona que está allá arriba y que crees con todas tus fuerzas que te puede salvar. Estas rezando y de repente escuchas una sirena a lo lejos pero no le das importancia, la sirena se acerca, cada vez se escucha más fuerte hasta que de repente se para. Crees que todo pasó, que estas libre de peligro pero de repente escuchas unos pasos y lo inevitable pasa, fuerzan tu puerta y te capturan. Sabes lo que sigue, una muerte inmediata o unos largos

meses llenos de sufrimiento. Te ponen en un vagón aplastado junto miles de personas. Todo el camino vas preguntándote ¿Por qué a mí? ¿Acaso hice algo malo? El viaje dura más de lo esperado y apenas tienes comida, no crees que puedas resistir mucho más. Te sientes solo, abandonado. Hay una pregunta que has querido evitar todo el camino porque sabes que la respuesta no te va a gustar pero la verdad es inevitable de hacer. Te preguntas ¿Dónde está Dios? La das vuelta a esta pregunta en tu cabeza por horas pero no puedes encontrar una respuesta. ¿Acaso ya se olvidó de mí? ¿No le importo? Llegas al campo de concentración y tienes mucho miedo pero a tu lado ves a un señor como de tu edad, lo pierdes de vista pero no por mucho tiempo ya que aparece a lado tuyo. Los militares nazis se les acercan, se les quedan mirando fijamente y lo único que puedes pensar es Dios no me abandones, no dejes que me hagan algo malo. Los soldados los dejan de mirar y les entregan sus uniformes. Estas aliviado, sabes que ese día no te toca morir, además al menos ya tienes una cara conocida. Los días pasan y tu y el señor se vuelven cercanos, si no fuera por el hace mucho que ya habrias dado por vencido. Un dia estabas muriendo de hambre, volteas a tu izquierda y te das cuenta que hay un trozo de pan. Te aseguras que nadie este viendo y lo devoras, nunca habías sentido una satisfacción tan grande en tu vida, te olvidas por un momento del hambre que sentias. Regresas a tu cuarto y ahí esta tu amigo, la soledad que sentías por un momento desaparece, al menos tienes a alguien junto a ti en estos momentos de tristeza.

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