YURANI
TENÍA TAN
SOLO 7
AÑOS
cuando sus padres se separaron a
consecuencia de la violencia, en especial,
�sica que perpetraba contra su madre,
las constantes infidelidades, el cero aporte
para el cuidado de los hijos y el consumo
de alcohol, dice: “Yo ahí le cogí miedo a mi
papá, y como estaba pequeña, entonces yo
no quería estar con él, mi mamá se separó,
porque un día cogió un cuchillo y quería
matar a mi mamá”. Aunque no al es�lo
tradicional, ella ha tenido una familia,
pues sus ojos se iluminan cuando habla
de su madre, una mujer luchadora que la
dejaba, al igual que a su hermano mayor,
al cuidado de su abuela, para trabajar
como interna en el servicio domés�co
de las familias ricas barranquilleras.
Su infancia y adolescencia transcurrieron
en el Morro, una zona rural, en extremo
afectada por una de tantas olas invernales
que han sacudido a Colombia, situación
que incluso obligó a desplazar a sus
habitantes para reubicarlos en unos
terrenos con menor riesgo de desastre:
“Mi casa se cayó, en los inviernos del 2013
y 2014, esos inviernos fueron fuertes…,
eso fue muy duro, no quedó nada y entonces,
nosotros somos damnificados del invierno,
se nos cayó la casa y nos entregaron otra…,
pero pequeñita, no se compara con aquella
que era una casa grande y no fue regalada
porque mi mamá tuvo que entregar las
escrituras de la otra…” Todavía recuerda la
Finca “La Pintosa” que cuidaba su papá y
los coco, mango, naranja y todas las frutas
que se cul�vaban allí. “Mi abuelita estuvo
ahí en el crecimiento de nosotros… nos
daba mucho amor, ella se fue con nosotros
ahí… mi infancia fue bonita en cierta parte,
pero cuando yo recuerdo a mi papá,