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Entre tanto con�nuará dando batallas legales
con su EPS para que le provean de manera
oportuna los alimentos especiales que
requiere su hijo. No ha abandonado su sueño
de seguir estudiando y llegar a ser enfermera,
profesión a la que ha querido dedicarse desde
que era una niña cuando jugaba a esto
poniéndose un “gorrito en la cabeza” y cuenta
con la convicción férrea de lograrlo. Yurani
recuerda su grado con una gran felicidad,
aunque es consciente que le faltan muchos
planes por cumplir y que los va cumplir poco a
poco, por ejemplo, hace ya dos meses estudió
cocina, eso fue un curso corto, pero lo quería
hacer y lo hizo y va a conseguir recursos para
montar un negocio. Por ahora, y posiblemente
para siempre, ha descartado la posibilidad de
tener un nuevo hijo y genuinamente piensa
que haber sido beneficiaria del proyecto
“fue como una bendición”, tanto porque le
permi�ó que Profamilia le realizara la
inserción del implante subdérmico, ya había
realizado varias solicitudes ante su empresa
aseguradora y no había sido posible acceder
a este servicio. Además, como por tener la
oportunidad de contar su historia y a través
de ella, apoyar a miles de mujeres que
probablemente hoy se encuentran en la
desesperanza.
Yuranis en 10 años será una enfermera
profesional que trabajará en Profamilia y su
hijo un niño “bien inteligente” que lo imagina
cantando en una tarima. No espera cambiar
como mujer, quiere seguir siendo la misma
que conocimos, sencilla, que ha dejado la
�midez que la caracterizaba, para de manera
elocuente con�nuar su lucha.