Historia sobre la música clásica. Historia insolita de la musica clasica I - Alberto | Page 29
Historia insolita de la musica clasica I
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Alberto Zurron
¡En fin! ¡No sé qué maldición pesaba sobre las Suites Iberia! El propio
Albéniz recibió un buen aldabonazo con la suya. Lo cierto es que su
capacidad creadora iba muy por delante de su capacidad interpretadora,
creando, sí, una obra inmortal, pero de una dificultad mortal, hasta el punto
de que ni él mismo era capaz de tocarla. Un buen día se lo encontraron por
París Falla y Ricardo Viñes, tremendamente consternado, confesándoles que
el día antes había estado a punto de destruir la partitura por su incapacidad
para interpretarla. No le faltaba razón. Cuando Arthur Rubinstein visitó años
después de su muerte a su viuda e hijos estos le pidieron que tocara una
selección de la Suite, decantándose el polaco por Triana, aunque omitiendo
todo el acompañamiento no esencial, por inabordable.
Stravinski dijo sí, quiero a los cinco mil francos que Arthur Rubinstein le puso
sobre la mesa para un arreglo de piano en tres actos del ballet Petroushka,
pero la complejidad de la obra puso al revés el derecho de propiedad
intelectual, ya que, paradójicamente, todos los pianistas oficiales eran
capaces de tocarla salvo su propio autor, quien confesó que jamás pudo
ejecutar ese arreglo por falta de técnica en la mano izquierda. Pero es que
también estaba negado para la dirección el mago Stravinski, que ni
cambiándole la batuta por una varita mágica era capaz de llevar adelante su
Consagración de la primavera, algo que le desesperaba, según cuenta
George Solti en sus Memorias, hasta el punto de haber simplificado los
ritmos y modificado la orquestación de la obra treinta años después. Cuando
Solti le preguntó a bocajarro en su casa sobre el motivo de aquella profunda
revisión su respuesta fue, según él, encantadora: «Hice los cambios porque
no podía dirigir la versión original, era demasiado difícil para mí». El propio
Solti adquirió complejo de estupidez cuando hubo de enfrentarse por primera
vez a la partitura de La Consagración, declarándose incapaz de aprenderla,
hasta el punto de tener que echar mano de la tenacidad para analizarla
durante seis meses compás por compás, todo para declarar al final,
terriblemente desalentado, «no saber cómo llevar el tempo ni qué hacer con
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Preparado por Patricio Barros