Historia sobre la música clásica. Historia insolita de la musica clasica I - Alberto | Page 26
Historia insolita de la musica clasica I
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Alberto Zurron
quemara. Su obediencia filial quedó como desgracia para muchos de
nosotros.
Especialmente crueles eran aquellos casos en los que la condena de sus
primeras obras la dictaba, paradójicamente, la gloria que en su simplismo
habían cosechado, eclipsando la muy mejor hechura de las obras postreras.
Hablamos incluso de piezas instaladas en opus de elevada numeración,
eludiendo los autores su ejecución siempre que podían, salvo que a su lado
hubiera una guillotina en lugar de una tarima y un verdugo en lugar de un
director. A Ravel sólo se le podía hacer daño de dos maneras: hablándole de
su estatura y de su Bolero. Marguerite Long, que estrenó su Concierto en Sol
mayor, decía que cualquier referencia a su baja estatura le sumía en un
silencio impenetrable, y el mismo dolor se autoinfligía cuando constataba
cómo su Bolero había acabado popularizándose como una obra de intrínsecas
connotaciones sexuales que todos veían salvo el autor, quien además lo
consideraba como uno de sus opus menores, y así es como confesó a su
amiga Jane Bathori: «Compuse un bolero para Ida Rubinstein; es una
pequeñez. Ansermet lo considera muy bueno; realmente no puedo entender
por qué». Por su parte, Arthur Honegger cuenta que un día Ravel le dijo:
«Escribí una sola obra maestra: Bolero. Pero desgraciadamente no hay
música en ella». Uno más de sus muchos pildorazos de humildad.
Rachmaninov aborrecía su Preludio en Do sostenido menor, compuesto a los
veinte años, hasta el punto de que en plena madurez le obligaban a incluirlo
en sus recitales si quería cobrar el cachet que le correspondía. Algo similar le
ocurrió al pianista americano Louis M. Gottschalk con su pieza The last hope,
de necesaria ejecución en sus giras. Él mismo la denominó: «Mi terrible
necesidad».
¡Salgan todos, por favor!
Pero si la sensación de insuficiencia creadora estaba atada a inevitables
criterios subjetivos del propio autor, lo que no admitía ninguna discusión, por
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Preparado por Patricio Barros