Historia sobre la música clásica. Historia insolita de la musica clasica I - Alberto | Page 12
Historia insolita de la musica clasica I
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Alberto Zurron
disculpados mientras en el sistema universitario no se imparta la asignatura
de Ética por profesores de carácter tan codificado como el de Shostakovich.
De más dudosa insensibilidad pecó un reportero del American Music Center
cuando, un año antes de su muerte, pidió a Arnold Schönberg una lista con
sus composiciones escritas desde 1939. La petición era inocente en
apariencia, pero lo cierto es que encerraba una letal dosis de veneno que al
común de los mortales nos hubiera pasado inadvertida. ¡Oh, no al inmortal
Schönberg! Así fue como dejó la petición sin respuesta, sin resistirse a
anotar en el margen de la solicitud: «La persona que solicite un favor a Herr
Schönberg deberá presentarse primero con el respeto necesario. Deberá dar
una explicación clara de si este favor que solicita sirve a un propósito
amistoso hacia Herr Schönberg. Herr Schönberg no desea ayudar a sus
enemigos». En definitiva, no hay mejor defensa que un buen ataque, aunque
sea a enemigos imaginarios. Pero lo cierto es que Schönberg debió
aprovisionarse de un buen arsenal de armas, pues por falta de enemigos no
quedaba.
Se
los
había
ganado
a
pulso,
ya
que
no
a
tonos.
Su
desconsideración hacia los demás sólo le valió para que, por encima de todo,
fuera considerado él mismo como un repudiable y peligroso innovador que
para destruir todo lo que hasta el momento se entendía por música portaba
las dos armas más letales: una partitura y su deseo de pasar a la historia.
Así es como Vaughan Williams proclamaba que: «Schönberg no significa
nada para mí, pero como aparentemente es muy importante para otras
personas, me atrevo a decir que soy el único responsable de la actitud que
adopto». El respeto que Herr Schönberg exigía para sí es el que le faltó para
tratar la herida de la tradición, hollando en la misma en lugar de cauterizarla
con palabras amables, convirtiendo en centro de su mordacidad a aquellos
compositores contemporáneos a él que utilizaban a traición sus escasas
aptitudes, haciéndose pasar por atonalistas sin serlo, o por seudotonalistas
siéndolo a conciencia, aunque el colmo estaba en aquellos que, instalados en
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Preparado por Patricio Barros