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Querido diario:
Hoy, 13 de Septiembre del año de 1629 está ocurriendo la peor catástrofe que yo
he sido testigo: un castigo de Dios.
Es el segundo día aquí en Nueva España que no deja de llover. ¡es un diluvio!
Todos por aquí han sufrido mucho, las actividades cotidianas no han podido
hacerse, es imposible. Yo, como fraile no he podido impartir mis clases de
escritura, matemática y aritmética a aquellos indígenas que necesitan de la
ayuda de Dios. ¿Estaremos haciendo algo mal como sociedad? ¿por qué Dios nos
castiga de esta manera? todo el día, estas preguntas han estado presentes en mi
mente. Sin embargo, no puedo estar en desacuerdo, por algo Dios hace las cosas.
Los demás frailes piensan en que solo nos queda orar y pedir protección para
todos los creyentes. No puedo hacer solamente eso, me es imposible pensar las
razones por las cuales está ocurriendo la gran lluvia. ¿Se está repitiendo la
historia de Noé? Tengo miedo y coraje a la vez. Si esto está pasando como la
biblia dice en Génesis 6:14, cómo puedo demostrarle a Dios que yo soy un fiel
creyente. Desde que inicié la vocación, me han dicho que crea completamente en
él, sin embargo me encuentro en un punto donde no sé si estoy haciendo lo
correcto. Quiero decir, como hijos del creador; hemos aportado mucho aquí en la
Nueva España. Por ejemplo, gracias a la intervención de la religión, se logró un
progreso que benefició tanto frailes como indígenas, los hijos que habías
olvidado. Pero para eso estamos aquí. En tu nombre, nosotros hacemos el bien y
cuidamos a tu familia, para que algún día lleguen al cielo.
Gracias a aquella audiencia integrada por franciscanos, cada vez la religión
toma el “poder” en la sociedad. Debido a las nuevas formas de gobierno y al
determinar los derechos a los indígenas, se desarrollaron diversas actividades
que ayudaban a la sociedad económicamente, por ejemplo: el arte, las
matemáticas, la lectura, etc.
Extraño Europa y mi madre, principalmente. Cada vez que me dirijo a rezar, la
recuerdo. Es difícil, pero son sacrificios que debo de hacer para llegar al cielo y
acercarme a Dios.
-Fray Alejandro Vázquez.