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Y no bastando todavía a la voracidad del Banco los dos tercios de esta
cantidad, añade la Base 6ª, que dice: «Los derechos que percibirá el Banco
de los puestos de venta que se establezcan en el Mercado, son los que
expresan el cálculo adjunto a la memoria descriptiva del proyecto sin que
puedan aumentarse en mas, de un 50 por 100 sin obtener previamente la
conformidad del Ayuntamiento». ¡Requetebién!... ¡Figúrense Vds. de lo que
sería capaz el Banco si tuviese un Ayuntamiento a su gusto!
Esto sería insoportable, dirán los presuntos paganos. Pues aguarden un poco,
que, por si queda alguna migaja, ahí está la Base 7ª, que dice: «Los puestos
de venta que el Banco declare de preferencia, no estarán sujetas a los arbitrios
de tarifa, pudiéndolos adjudicar al mejor postor» Aprieta, aprieta, Banco del
alma. Pero la cosa no tiene malicia, pues al fin y al cabo, solo podrían
aumentarse hasta el infinito, los puestos de venta que el Banco declarase
preferentes… la mitad mas uno.
¡De modo que en 30 años se quintuplicaría con exceso el capital!
¡Y en menos de seis se reintegraría del capital, quedándole después durante
25 una renta que no bajaría de 31.000 pesetas!
Y si la riqueza pública, y por consiguiente el consumo se desarrollase durante
los próximos 30 años, como se ha desarrollado en los 30 anteriores, entonces
el producto del Mercado aumentaría en igual progresión… Pues ahí tiene el
público al Banco de Tortosa, pintado por si mismo.
Audacia y atrevimiento y más que atrevimiento y audacia… se han necesitado
para presentar tan leoninas proposiciones. Si nuestra actitud ante la marcha
de aquella sociedad no estuviese de sobras justificada, la justificaría
plenamente su instancia pretendiendo que se le otorgue la explotación del
Mercado.
No basta la tarifa aprobada por el Ayuntamiento; es necesario aumentarla más
y que a subasta se alquilen los puestos preferentes para que se saque del
negocio hasta el último céntimo. El Banco, tiene sed, mucha sed de dinero.
¡Que le importan los lamentos de las revendedoras y de todos los pobres que
viven de la venta en la vía pública, si de este modo conseguía repartir buenos
dividendos? Con esto y con la banca, con los giros que van y los giros que
vienen, ¿que mayor felicidad pueden encontrar los famosos directores?
Valientes patriotas se hallan al frente de nuestro famoso Banco. Los Directores
D. Cristóbal Nicolau y D. Fernando Pallarés y el Presidente vitalicio D. Manuel
Porcar y Tió, merecen por su proyecto que se les levanten estatuas en el
Mercado y que los víctimas de sus elucubraciones financieras, los vendedores
todos, al pagar las elevadísimas tarifas que para enriquecerse han inventado,
entonen diariamente un himno en honor de tan generosos personajes.
El Banco de Tortosa ha arrojado la máscara. Tanto mejor. Sabiendo sus
intentos, fácil le será al país librarse de sus voraces apetitos. (De “La Verdad”,
30 de Julio de 1882)
ACUERDOS – 11 de Febrero de 1889
(31V a la 46V)
Seguidamente se procedió a dar lectura al dictamen emitido por los Señores
Letrados de este Colegio, D. Juan Balaguer, Don Antonio Kíes y Dos José
Cañé, acerca de la forma, modo y condiciones en que ha de procederse a la
recepción y liquidación definitiva del Mercado de esta ciudad, cuyo importante
documento literalmente copiado dice así: «El Excmo. Ayuntamiento de esta
ciudad en la sesión que celebró el día 31 de Diciembre próximo pasado,
acordó nombrar a los infrascritos abogados para que se sirvan informar a la
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