Historia de Motril | Page 198

De izquierda a derecha:
Plano de la fábrica de San José, en el barrio del varadero, en la playa de
Motril( Archivo del autor).
Mapa de los años 20 donde se observa la carencia de comunicaciones( Archivo del autor).
En la otra página, de arriba abajo:
Grupo de bañistas en la playa de Motril. Imagen bastante alejada de la crisis económica que se vive en la ciudad en aquellos años
( El Faro, n º 492,10 de octubre de 1934).
Anuncios en la prensa local.( El Faro, n º 492, 10 de octubre de 1934).
Cabecera de El Faro Rojo( n º 35, 4 de septiembre).
Órdenes para que se admita esta moneda como legal en las transacciones comerciales( Archivo Centro del Profesorado de Motril). nos en lo que se refiere al ordenamiento familiar y a su subsistencia. Es bueno recordar el doble papel que viene ejerciendo la mujer, con su labor dentro y fuera del hogar. Como ya vimos en el siglo XIX, las aportaciones económicas del trabajo femenino entre las familias humildes motrileñas( la gran mayoría) eran imprescindibles: labores del campo, como bra-ceras y, sobre todo, tareas hogareñas en las viviendas de clases más favorecidas— a cambio de la comida simplemente—, que significaban cruzar la frontera entre la subsistencia mínima y la hambruna más absoluta en tantas ocasiones. Por supuesto, estas situaciones eran algo generalizado entre las clases bajas y que no tenían que soportar las féminas de las clases medias y altas. Situación de explotación que se extendía a los hijos e hijas de buena parte de la población, que desde edades muy tempranas( seis-ocho años) participaban en las labores agrícolas o servían de recaderos o porteadores, en el mejor de los casos.
En este estado de cosas no podemos dejar de lado la escasa presencia de la formación y educación de niñas y niños en aquellos años. Si bien desde el Ayuntamiento se atienden algunas demandas irrisorias. La mayor parte de la población infantil no puede ser atendida en el conjunto de casas-escuela, divididas entre las que atienden a niños y las que atienden a niñas, y diseminadas por viviendas de escasa calidad o en franca ruina a lo largo de todo el
municipio, incluidos los anejos. Poco más se conseguía que aprender escasamente a leer y escribir y las cuatro reglas matemáticas. No se ha mejorado en más de cincuenta años desde que se abrieron las primeras escuelas públicas. La calle y el campo eran la escuela de la mayoría, para un incierto o nulo futuro.
Estas realidades variopintas, que no son precisamente agradables, se encuentran con un obstáculo añadido: epidemias de diversa índole, que conducen a una notable mortalidad que afecta, de forma más directa, a la población infantil. Y es que la escasez y las penurias en cuanto a la alimentación que pasa la población, junto con las graves deficiencias en lo que se refiere al aseo personal y la higiene comunitaria, así como los costes que suponen las mismas atenciones sanitarias, dan lugar a que plagas de tifus, cólera y gripe sean un hecho frecuente en la ciudad y sus alrededores.
Frente a esta situación de buena parte de la población, francamente desangelada, nos encontramos con que, de cara al exterior, y sobre todo si hablamos de la vida social de la ciudad, el vecindario con cierta capacidad económica se plantea otras cuestiones mucho menos traumáticas: celebración de los juegos florales, batallas florales, obras de teatro benéficas, proyecciones de cine, bailes, paseos, etcétera. Actividades que sirven de punto de encuentro y relativo enfrentamiento por el reconocimiento pú-
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INTERIOR HISTORIA DE MOTRIL. pmd 198 05 / 01 / 2011, 10:24