Para autores como Ripoll et. al., (1994), la contabilidad de gestión desde la década de los noventa está mostrando horizontes y planteamientos nuevos, indicando que, muchos de estos aspectos, son ya parte de nuestro presente. Entre ellos consideran: Los sistemas de costes por actividad (ABC); el desarrollo de los planteamientos del control de calidad total (TQM) dentro del ámbito de la contabilidad de gestión; el control contable de los círculos de calidad; la adaptación a nuevas técnicas de gestión tales como los sistemas de planificación de las necesidades de materiales (MRP), las tecnologías de producción óptima (OPT), las técnicas Just in Time (JIT) y los sistemas de fabricación flexible (FMS); la contabilidad de gestión medioambiental; los nuevos indicadores de gestión integrales (BSC) y la utilización de sistemas expertos. Estos autores muestran que muchos de estos aspectos se encuentran ya en los libros de texto de contabilidad de gestión y en los programas de contabilidad de costes y gestión de muchas universidades.
7. A modo de resumen
Se puede decir que la contabilidad de gestión ha evolucionado acompasada con los cambios en los entornos productivos y organizativos de las empresas (Hopwood, 1987). Así, a pesar de que desde que tenemos noticias de la existencia del hombre ha habido alguna evidencia de cálculo económico, hay que esperar hasta la Edad Moderna para encontrar en algunos países europeos evidencias claras de los mismos en el entorno industrial. Con todo, no fue hasta el último tercio del siglo XIX cuando se empezó a asignar regularmente los costes indirectos a los productos y se empezaron a utilizar los indicadores de costes de forma continuada.
Asimismo, se ha visto que durante los primeros años del siglo XX hubo un periodo de evolución significativa en la contabilidad de gestión como consecuencia de la aparición del Movimiento de la Dirección Científica del Trabajo representada por W. Frederic Taylor. El primer cuarto del siglo XX también supuso una evolución en la contabilidad de gestión como consecuencia de la creación de empresas multinacionales que supusieron la aparición de indicadores novedosos para la asignación de los recursos a las distintas divisiones de las primeras multinacionales americanas.
Sin embargo, según Johnson y Kaplan (1988), a partir de la tercera década del siglo XX y hasta los años ochenta no ha habido una evolución significativa, debido, sobre todo a la preponderancia de los factores de veracidad y fiabilidad de los datos proporcionados por la contabilidad de costes para valorar estados financieros frente a su utilidad para la gestión y la toma de decisiones.
No obstante, Horngren (1982) no ve el periodo de una forma monolítica e identifica tres etapas en función de los objetivos de la contabilidad de costes: (i) la del coste verdadero que se puede situar en los años anteriores a 1960 y que se basa en la obtención de un único coste de producción; (ii) la de la verdad condicionada durante los años sesenta en la que el sistema de costes se puede adaptar a las necesidades del usuario; y (iii) la de la verdad costosa en torno a la década de los setenta en la que no sólo se tiene en cuenta el coste de la información sino también su utilidad.
Un punto de inflexión en esta evolución en la época reciente han sido, sin duda, los cambios tecnológicos y organizativos ocurridos como consecuencia de la irrupción de los productos japoneses en los mercados occidentales durante la década de los ochenta. La contabilidad, a partir de esa década, sufrió una evolución significativa que supuso el resurgir, tanto en la investigación como en la práctica, durante la última década del siglo XX y los primeros años del siglo XXI.