multiplican y aumenta notoriamente la demanda de mano de obra en las minas, en las plantas
siderúrgicas y en las fábricas.
Los propietarios tienen que enfrentar los nuevos problemas de gerencia, improvisando sus
decisiones y sufriendo los errores administrativos de la tecnología naciente. Obviamente, esos
errores, se subsanaban mediante un pago mínimo a los trabajadores, cuyos salarios eran ya
bastante bajos.
A pesar del bajo nivel de vida, de la promiscuidad en las fábricas y de los tremendos riesgos de
graves accidentes, el largo período de trabajo en conjunto permitía una relación más estrecha
entre los trabajadores y una creciente toma de conciencia con respecto a la precariedad de sus
condiciones de vida y de trabajo y a la intensa explotación de que eran víctimas por parte de una
clase social y económica mejor favorecida. Las primeras tensiones entre las clases obreras y los
propietarios de industrias no tardo en aparecer.
Los propios Estados pasaron a intervenir en algunos aspectos de las relaciones entre obreros y
fábricas, mediante la expedición de algunas leyes laborales. En 1802, el gobierno ingles expide una
ley protegiendo la salud de los trabajadores en las industrias textiles. La fiscalización del
cumplimiento de esa ley era voluntaria por parte de los pastores protestantes y de los jueces
locales. A medida que los problemas se agravan se expiden otras leyes sobre el particular.
Con la nueva tecnología de los procesos de producción y de la construcción y funcionamiento de
las máquinas, con la creciente legislación que tiende a proteger y defender la salud y la integridad
física del trabajador y, consecuentemente, de la colectividad, la administración y la gerencia de las
empresas industriales pasan a ser preocupación permanente de sus propietarios. La práctica fue
lentamente ayudando a seleccionar ideas y métodos empíricos. En vez de pequeños grupos de
aprendices y artesanos dirigidos por maestros habilitados, el problema consiste ahora en dirigir
batallones de obreros que integran la nueva clase proletaria. En lugar de instrumentos
rudimentarios de trabajo manual, el problema consiste en operar con máquinas de complejidad
creciente.
La elaboración de los productos se efectuaba mediante operaciones parciales sucesivas
encomendadas a grupos de obreros especializados en tareas específicas, extraños casi siempre a
las otras operaciones, ignorando hasta la finalidad de la pieza o de la tarea que estaban
ejecutando. Esa nueva situación contribuyó a apagar de la mente del obrero el motivo social más
intenso, o sea, el sentimiento de estar produciendo y contribuyendo al bienestar de la sociedad. )