mostrar el aparato erudito” (Diccionario de la Real Academia Española,
RAE). “Literatura de ideas. Producto equidistante del periodismo y del sistema filosófico” (Xavier Villaurrutia). “El ensayo es el ejercicio de la inteligencia” (Jorge Cuesta).
María Luz Anguiano López Paliza, Jesús Caos Huerta Rodríguez, Ja-
mie Aline Ibarra Sepúlveda y Karla Almazán Olachea, coautores de este Ma-
nual básico para la escritura de ensayos, comparten la visión de Villaurrutia
y de Cuesta porque conciben al ensayo inscrito en un ámbito particular: el
académico, y desde allí lo definen como un género cuyo rasgo esencial es la
exhibición lógica del pensamiento. De aquí que subrayen siempre su fuerza
argumentativa, porque, ya sea al estilo Montaigne o al estilo Cuesta, no cabe
duda que, al momento de escribir, el ensayista debe poner a prueba distintas habilidades intelectuales, como demostrar, justificar, analizar, debatir y
persuadir a los lectores, entre otras muchas. Se trata de capacidades intelectuales muy complejas que, lamentablemente, casi nunca se enseñan ni
se adquieren en la educación básica o media, pero que la universidad exige
de sus estudiantes en muchas de las tareas y ejercicios de diversos cursos
como paso previo a la elaboración de una tesina o de una tesis para obtener
un grado académico. Quizá ésta sea una de las razones por la que la escritura
de ensayos hoy se ha vuelto una práctica cada vez más frecuente, ya no solo
entre las comunidades letradas pertenecientes a diversas áreas de especialización, sino como requisito indispensable para egresar de la universidad.
En pocas palabras, es necesario que el estudiante universitario
domine el ejercicio del ensayo académico para dar una opinión bien fundamentada, para reflexionar sobre algún aspecto olvidado, para debatir con
otros autores, para analizar y comparar distintas posiciones, para hacer
conciencia sobre una determinada situación, para mostrar el origen de un
problema y proponer soluciones. Es un requerimiento previo a la escritura
de un artículo, de una monografía, de una tesis o de un trabajo exhaustivo
de investigación.
Así que este Manual básico para la escritura de ensayos me parece,
a todas luces, un libro que viene a llenar varios vacíos por diversas razones:
primero, porque no es un tratado exhaustivo, sino un libro práctico, cuyos
contenidos son manejables, claros y concisos, lo que permite que tanto los
alumnos como los profesores de cualquier disciplina puedan consultarlo
y utilizarlo en sus cursos académicos. Segundo, porque hace referencia a
cuestiones esenciales sobre el género, que vienen desde la retórica clásica,
al aclarar las relaciones que existen entre este y otros géneros, lo cual beneficia a los lectores porque los ubica en el contexto propio de este género
tan particular, tantas veces mal entendido o mal definido. Tercero, porque
se incluyen ejemplos-modelo pertinentes, breves y apropiados, tanto para
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