Durante la siesta, Hugo ha tratado de poseerme de nuevo. He cerrado los ojos y lo he permitido, pero sin
placer. Si bien es cierto que este año he alcanzado nuevas alturas de placer, también es verdad que nunca
me había sumergido en profundidades tan negras. Esta noche tengo miedo de mí misma. Podría abandonar a Hugo en este preciso instante para convertirme en un desecho. Me vendería, me drogaría, moriría
con voluptuoso placer.
–Dime algo de ti mismo que no sepa, dime algo nuevo –le dije a Hugo, que presumía de estar un poco borracho–. ¿No tienes nada que confesar? ¿Y no podrías inventarte algo?
No comprendió lo que quería decir. Y tampoco lo comprendió cuando me alejé de un salto de sus caricias.
Bendita fe. Para que se rían de uno, lo utilicen a uno. ¿Por qué no eres más avispado, menos crédulo? ¿Por
qué no me devuelves los golpes, por que no tienes aberraciones, pasiones; comedias que representar,
crueldad?
Hoy, mientras, trabajaba, me he dado cuenta de que le he revelado a Henry muchas de mis ideas sobre
June y ahora las está utilizando. Me siento despojada y él lo sabe, porque me escribe que se ve como un
ladrón. ¿Qué podía hacer yo? Escribir como una mujer y sólo como una mujer. He trabajado toda la mañana y he seguido sintiéndome pletórica.
Lo que Henry me ha pedido es intolerable. No solamente tengo que contentarme con un amor a medias,
sino que tengo que alimentar su concepción de June, así como su libro. A medida que me llega cada página, y le va haciendo cada vez más justicia, me convenzo más de que se ha apoderado de mi visión. Desde
luego, ninguna mujer ha pedido nunca tanto. Henry no se lo pediría a la primitiva June. Está poniendo a
prueba mi coraje hasta el límite. ¿Cómo puedo salir de esta pesadilla?
Henry me ha observado esperando ver mi primera debilidad, el primer asomo de celos, y lo ha visto y se
ha deleitado en él. Por ser una mujer que comprende, se me pide que lo comprenda todo, que lo acepte
todo. Exigiré una compensación. Quiero un millón de días como los cuatro que pasé con Henry, y voy a
conseguirlos aunque no sean con él. Devolveré a Henry y June uno a otro, me lavaré las manos de todos
los papeles sobrehumanos.
No se aprende a sufrir menos sino a esquivar el dolor. Como medio de evasión, comencé a pensar en
Allendy. Sus ideas han estado detrás de muchos de mis actos. Es él el que me ha enseñado que puede entenderme más de un hombre, que aferrarse a una persona es señal de debilidad, que sufrir es innecesario.
Creo que mis sentimientos por él cristalizaron cuando Henry lo describió aquella noche en el jardín. Lo
calificó de hombre sensual. Recuerdo con claridad el aspecto que tenía en la última sesión. Entonces yo
estaba demasiado llena de Henry para darme cuenta. El otro día le escribí a Allendy una carta de agradecimiento y la terminé adjuntando una copia parcial de una carta de Henry. Encajaba perfectamente con lo
que le decía yo y demostraba lo que, psicoanalíticamente, podía considerar un éxito. Pero lo cierto es que
esperaba ponerlo celoso.
Lo que he encontrado en Henry es único, no puede repetirse. Pero hay otras experiencias que vivir. Sin
embargo, esta noche estaba pensando cómo mejorar su último libro, cómo fortalecerlo, cómo darle seguridad.
Pero él también me ha fortalecido a mí; ahora tengo fuerza suficiente para pasarme sin él, si es necesario.
No soy esclava de una maldición infantil. El mito que he buscado para volver a vivir la tragedia de mi infancia ha sido aniquilado. Quiero un amor completo e igualitario. Voy a huir de Henry tan activamente
como pueda.
Vino ayer. Un Henry serio y fatigado. Tenía que venir, dijo. Llevaba varias noches sin dormir, enfrascado
en el libro. Olvidé mis penas. Henry está cansado. Él y su libro han de ser alimentados.
–¿Qué quieres, Henry? Túmbate en el sofá. Toma un poco de vino. Sí, he estado trabajando en esta habitación. No me beses ahora. Comeremos en el jardín. Sí, tengo mucho que contarte, pero todo debe esperar. Estoy retrasándolo todo deliberadamente porque puede obstaculizar el desarrollo de tu libro. Todo
puede esperar.
Entonces, Henry, pálido, intenso, los ojos muy azules, dijo:
–He venido a decirte que mientras trabajaba en el libro me he dado cuenta de que todo lo que había entre
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