lica, incapaz de describir en su diario lo que para su mente inocente no eran sino experiencias salaces de
modelo, se enfrentaba ahora a la necesidad de registrar el despertar de su pasión. Naturalmente, ésta se vio
influida por el estilo y el vocabulario de Henry Miller, pero a la postre prevalece su propia voz y sus escritos reflejan el frenesí emocional y físico de ese trascendental año de su vida. Jamás volvería a ser tan
fogosa.
RUPERT POLE. Albacea, Fideicomiso de Anaïs Nin Los Angeles, California. Febrero, 1986
PARÍS. OCTUBRE 1931
Mi primo Eduardo llegó ayer a Louveciennes. Charlamos a lo largo de seis horas. Él llegó a la misma
conclusión que yo: que necesito una mente mayor, un padre, un hombre más fuerte que yo, un amante que
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