La maestra tenía unos ojos preciosos, compasivos, pero era fuerte. ¿Por qué quiere June pensar que soy
fuerte y que ella es una niña apasionada querida por la maestra?
Quiere protección, un refugio del dolor, de una vida demasiado terrible para ella. Se mira en mí buscando
una imagen intacta de sí misma. Me cuenta la historia completa de sus relaciones con Henry, la otra cara
de la historia. Amó y confió en Henry hasta que él la traicionó. No sólo la traicionó con mujeres sino que
deformó su personalidad. Creó una persona cruel, antes inexistente, hiriendo su yo más tierno y débil. Ella
sintió una ausencia de confianza, una gigantesca necesidad de amor, de fidelidad, y se refugió en Jean, en
la lealtad de Jean, en su fe y comprensión. Y ahora ha levantado una barrera de mentiras protectoras.
Quiere protegerme contra Henry, crear un nuevo yo inaccesible para él, invulnerable. Mi fe y mi amor le
dan fuerza.
–Henry no tiene suficiente imaginación –dice–. Es falso. Tampoco es suficientemente sencillo. Es él el
que me ha hecho complicada, el que me ha desvitalizado, me ha matado. Ha creado un personaje ficticio
que le haga sufrir tormentos, a quien odiar; para producir ha de cargarse de odio. No creo en él como escritor. Tiene momentos humanos, naturalmente, pero es un embaucador. Él es todo lo que dice que soy
yo. El mentiroso, falso, bufonesco y actor es él. Es él el que busca dramas y crea monstruosidades. Detesta la simplicidad. Es un intelectual. Busca la simplicidad y luego empieza a distorsionarla, a inventar
monstruos. Todo es falso, falso.
Estoy perpleja. Percibo una nueva verdad. No vacilo entre Henry y June, entre sus versiones contradictorias de sí mismos, sino entre dos verdades que veo con claridad. Creo en la humanidad de Henry, aunque
soy plenamente consciente de la existencia del monstruo literario. Creo en June, aunque soy consciente de
su inocente poder destructivo y de sus comedias.
Al principio quería luchar contra mí. Temía que creyera la versión de ella que daba Henry. Quería llegar a
Londres en lugar de a París y pedirme que me encontrara allí con ella. Al verme los ojos, volvió a confiar
en mí.
Anoche habló de una manera hermosa y coherente. Aireó cruelmente las debilidades de Henry. Despedazó su sinceridad, su integridad. Despedazó mi protección hacia él. Según ella, no había logrado nada.
«Henry sólo finge comprender para poder luego dar media vuelta y atacar, destruir.»
Sólo alcanzaré la verdad a través de mi propia experiencia con cada uno de ellos. ¿No ha sido Henry más
humano conmigo y June más sincera? Yo, que formo parte de la naturaleza de los dos, ¿seré incapaz de
destruir sus poses, de captar su verdadera esencia?
Allendy me ha privado de mi opio; me he vuelto lúcida y cuerda, y sufro tremendamente por la pérdida de
mi vida imaginaria.
También June se ha vuelto cuerda. Ya no está histérica ni confusa. Cuando hoy me he dado cuenta de este
cambio, me he sentido consternada. Su cordura, su humanidad, eso es lo que quería Henry, y eso es lo que
le ofrece. Ahora ya pueden comunicarse. Yo lo he cambiado, lo he ablandado y ahora la entiende mejor.
Luego ella y yo nos sentamos juntas, con las rodillas pegadas, y nos miramos. La única locura es la fiebre
que existe entre nosotras. «Seamos cuerdas con Henry, pero entre nosotras seamos insensatas.» Nos decimos.
Entro en el caos de June y de Henry y descubro que se están volviendo más claros consigo mismos y entre
sí. ¿