Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 52
PCP-SL
En el caso del iniciador del conflicto, el autodenominado Partido Comunista del
Perú Sendero Luminoso (PCP-SL), se desarrolló una estrategia que incorporaba
concientemente el terror como un instrumento al servicio de sus objetivos y que
rechazaba explícitamente las reglas del Derecho Internacional. La ideología
senderista, sintetizada en el llamado «pensamiento Gonzalo», estaba sustentada
en un maniqueísmo extremo que consideraba a toda institución y grupo social no
controlado por el PCP-SL como un enemigo absoluto y lo convertía en un objetivo
militar. Autoridades, dirigentes sociales, empresarios, religiosos, líderes políticos
de cualquier punto del espectro electoral, eran considerados como blancos legíti-
mos de acciones violentas.
La prédica senderista señalaba, inequívocamente, que los derechos humanos
son construcciones ideológicas al servicio del orden social existente y que, por lo
tanto, no tienen ningún valor para orientar sus acciones. El PCP-SL negaba que los
individuos tuvieran realmente derechos por el hecho de ser seres humanos y afir-
maba que toda consideración humanitaria debía ceder ante la exigencia de tomar
el poder para los sectores sociales oprimidos, a quienes decía representar.
El objetivo estratégico central de la acción senderista era la destrucción total de
las estructuras políticas existentes y su reemplazo por organismos sujetos al con-
trol directo del PCP-SL, como gérmenes de un régimen político alternativo en el que
esta organización ejercería un control total de los poderes del Estado. La estrategia
preveía la acción restablecedora del orden de parte de las Fuerzas Armadas, que
destruiría violentamente muchas de las iniciales bases senderistas, y anticipaba
una sangrienta y prolongada confrontación para dirimir superioridades.
Con el objetivo de destruir total y radicalmente el poder local, ya fuera estatal o
tradicional, y construir «bases de apoyo», el PCP-SL optó por una política de
aniquilamientos selectivos; y, para reprimir toda resistencia, aplicó consistentemente
una política de represalias desproporcionadas. Los aniquilamientos fueron consa-
grados como una «forma de lucha» indesligable de otras tácticas normalmente
utilizadas en los conflictos armados internos, como los sabotajes, la propaganda
armada y las emboscadas contra unidades militares aisladas o pequeñas.
Del mismo modo, el PCP-SL optó por construir aceleradamente, en aquellos
lugares donde lograba sustituir a las autoridades locales, unidades armadas; para
ello, no vaciló en recurrir al reclutamiento forzoso, incluso de menores de edad.
Alrededor de esta forma de violencia, que explica la gran cantidad de secuestros y
desapariciones atribuidas al PCP-SL se generaron una serie de violaciones colate-
rales como la violencia sexual, la servidumbre, la tortura y los tratos crueles, inhu-
manos o degradantes.
Sin embargo, las unidades armadas que el PCP-SL organizaba no tenían como
objetivo defender las «bases de apoyo» creadas, puesto que para su concepción
estratégica era deseable provocar una represión desproporcionada de las fuerzas
del orden y que esa represión produjera fuertes daños. Suponía que el consiguien-
te rechazo de la población se traduciría en apoyo a su causa.
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Y VIOLACIONES DERIVADOS DE LA ESTRATEGIA DEL
C RÍMENES