Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 100

87 del país. La prosperidad de las empresas, sin embargo, había dejado de traducirse en el bienestar de sus beneficiarios y comunidades socias. Hacia 1987, cuando el PCP-SL empezó sus actividades en la zona, el descontento era grande y la cúpula de dirigentes había sido acusada de corrupta y de vender tierras a precios irrisorios. En este contexto de poca legitimidad de la dirigencia de las SAIS y de cuestionar el manejo de las tierras, las comunidades socias levantaron nuevamente el conflicto por linderos, descontentos por la solución de la Reforma Agraria a su reivindicación de tierras. Con un discurso de orden y justicia y el ajusticiamiento de dirigentes corruptos y otros antisociales, el PCP-SL ganó adeptos rápidamente. Las SAIS fueron objeto del sistemático ataque por parte de los miembros del PCP-SL. Muchos dirigentes y técnicos fueron asesinados, los locales incendiados y el ganado fue repartido o, en otras ocasiones, sacrificado. Una situación similar, aunque a una escala menor, ocurrió en las SAIS de la sierra norte del país, como Santiago de Chuco, Huamanchuco, Cajabamba y San Marcos, en los departamentos de La Libertad y Cajamarca. En el norte del departamento de Puno, particularmente en las provincias de Azángaro y Melgar, el conflicto armado interno se desarrolló alrededor del mis- mo problema sobre el control de tierras en las áreas ganaderas; pero en un contex- to diferente: el de las movilizaciones campesinas por su reestructuración. Allí, sin embargo, el escenario social era más complejo; una organización campesina como la Federación Departamental de Campesinos de Puno, los partidos de la izquierda legal y las organizaciones de apoyo al campesinado de la Iglesia Católica fueron otros tantos de los actores locales con los que se enfrentaron las fuerzas subversi- vas, además de la acción de la Policía y de las Fuerzas Armadas. A mediados de los años 80, el PCP-SL trató de aprovechar y militarizar el conflicto por la reestruc- turación de la propiedad de la tierra de las empresas asociativas que enfrentaba a las comunidades campesinas con los directivos de las empresas y el gobierno cen- tral. Si bien no tuvo éxito en su intento por captar a las organizaciones campesi- nas, la situación de conflicto, la represión de las fuerzas del orden de la moviliza- ción campesina y de la propia izquierda enfrentada al PCP-SL crearon un ambien- te en el que la subversión logró conquistar algunas bases de apoyo. En 1989, el departamento se convirtió en otro de los escenarios de violencia, aunque de me- nor intensidad que en la sierra central. Un caso particular de conflicto en torno a la Reforma Agraria fue el de Andahuaylas en el departamento de Apurímac. Allí la cuestión de tierras estaba resuelta desde 1980, al inicio del conflicto armado interno. Sin embargo, la solu- ción -la tierra de las antiguas haciendas estaba en manos de los campesinos- había sido fruto de un fuerte conflicto entre las comunidades y el Estado. Por razones burocráticas, de pequeñas influencias y poca resonancia política, el pro- ceso de la Reforma Agraria había sido extremadamente lento. Aún en 1974, lue- go de cinco años de promulgada la ley de la Reforma Agraria y en un entorno de creciente descontento, los hacendados seguían en posesión de las tierras. En 1974, la Federación Provincial de Campesinos de Andahuaylas llamó a sus bases a aplicar directamente la Reforma, tomando las tierras y sacando a los hacenda- dos. El resultado fue que 68 de las 118 haciendas de la provincia fueron simul-