HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 66

—¿Quién? —preguntó Harry. —Harry Potter —respondieron a coro. —Oh, él —dijo Harry—. Quiero decir, sí, soy yo. Los dos muchachos lo miraron boquiabiertos y Harry sintió que se ruborizaba. Entonces, para su alivio, una voz llegó a través de la puerta abierta del compartimiento. —¿Fred? ¿George? ¿Estáis ahí? —Ya vamos, mamá. Con una última mirada a Harry, los gemelos saltaron del vagón. Harry se sentó al lado de la ventanilla. Desde allí, medio oculto, podía observar a la familia de pelirrojos en el andén y oír lo que decían. La madre acababa de sacar un pañuelo. —Ron, tienes algo en la nariz. El menor de los varones trató de esquivarla, pero la madre lo sujetó y comenzó a frotarle la punta de la nariz. —Mamá, déjame —exclamó apartándose. —¿Ah, el pequeñito Ronnie tiene algo en su naricita? —dijo uno de los gemelos. —Cállate —dijo Ron. —¿Dónde está Percy? —preguntó la madre. —Ahí viene. El mayor de los muchachos se acercaba a ellos. Ya se había puesto la ondulante túnica negra de Hogwarts, y Harry notó que tenía una insignia plateada en el pecho, con la letra P —No me puedo quedar mucho, mamá —dijo—. Estoy delante, los prefectos tenemos dos compartimientos... —Oh, ¿tú eres un prefecto, Percy? —dijo uno de los gemelos, con aire de gran sorpresa—. Tendrías que habérnoslo dicho, no teníamos idea. —Espera, creo que recuerdo que nos dijo algo —dijo el otro gemelo—. Una vez... —O dos... —Un minuto... 66