HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 190

Harry tuvo súbitamente una idea. —Peeves —dijo en un ronco susurró—, el Barón Sanguinario tiene sus propias razones para ser invisible. Peeves casi se cayó del aire de la impresión. Se sostuvo a tiempo y quedó a unos centímetros de la escalera. —Lo siento mucho, sanguinaria señoría —dijo en tono meloso—. Fue por mi culpa, ha sido una equivocación... no lo vi... por supuesto que no, usted es invisible, perdone al viejo Peeves por su broma, señor. —Tengo asuntos aquí, Peeves —gruñó Harry—. Manténte lejos de este lugar esta noche. —Lo haré, señoría, desde luego que lo haré —dijo Peeves, elevándose otra vez en el aire—. Espero que los asuntos del señor barón salgan a pedir de boca, yo no lo molestaré. Y desapareció. —¡Genial, Harry! —susurró Ron. Unos pocos segundos más tarde estaban allí, en el pasillo del tercer piso. La puerta ya estaba entreabierta. —Bueno, ya lo veis —dijo Harry con calma—. Snape ya ha pasado ante Fluffy. Ver la puerta abierta les hizo tomar plena conciencia de aquello a lo que tenían que enfrentarse. Por debajo de la capa, Harry se volvió hacia los otros dos. —Si queréis regresar, no os lo reprocharé —dijo—. Podéis llevaros la capa, no la voy a necesitar. —No seas estúpido —dijo Ron. —Vamos contigo —dijo Hermione. Harry empujó la puerta. Cuando la puerta crujió, oyeron unos gruñidos. Los tres hocicos del perro olfateaban en dirección a ellos, aunque no podía verlos. —¿Qué tiene en los pies? —susurró Hermione. —Parece un arpa —dijo Ron—. Snape debe de haberla dejado ahí. —Debe despertarse en el momento en que se deja de tocar —dijo Harry—. Bueno, empecemos... Se llevó a los labios la flauta de Hagrid y sopló. No era exactamente una 190