HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 183

olvidado de hacer algo, algo importante. Cuando trató de explicarlo, Hermione dijo: —Eso son los exámenes. Yo me desperté anoche y estuve a punto de mirar mis apuntes de Transformación, cuando me acordé de que ya habíamos hecho ese examen. Pero Harry estaba seguro de que aquella sensación inquietante nada tenía que ver con los exámenes. Vio una lechuza que volaba hacia el colegio, por el brillante cielo azul, con una nota en el pico. Hagrid era el único que le había enviado cartas. Hagrid nunca traicionaría a Dumbledore. Hagrid nunca le diría a nadie cómo pasar ante Fluffy... nunca... Pero... Harry, súbitamente, se puso de pie de un salto. —¿Adónde vas? —preguntó Ron con aire soñoliento. —Acabo de pensar en algo —dijo Harry. Se había puesto pálido—. Tenemos que ir a ver a Hagrid ahora. —¿Por qué? —suspiró Hermione, levantándose. —¿No os parece un poco raro —dijo Harry, subiendo por la colina cubierta de hierba— que lo que más deseara Hagrid fuera un dragón, y que de pronto aparezca un desconocido que casualmente tiene un huevo en el bolsillo? ¿Cuánta gente anda por ahí con huevos de dragón, que están prohibidos por las leyes de los magos? Qué suerte tuvo al encontrar a Hagrid, ¿verdad? ¿Por qué no se me ocurrió antes? —¿En qué estás pensando? —preguntó Ron, pero Harry echó a correr por los terrenos que iban hacia el bosque, sin contestarle. Hagrid estaba sentado en un sillón, fuera de la casa, con los pantalones y las mangas de la camisa arremangados, y desgranaba guisantes en un gran recipiente. —Hola —dijo sonriente—. ¿Habéis terminado los exámenes? ¿Tenéis tiempo para beber algo? —Sí, por favor —dijo Ron, pero Harry lo interrumpió. —No, tenemos prisa, Hagrid, pero tengo que preguntarte algo ¿Te acuerdas de la noche en que ganaste a Norberto? ¿Cómo era el desconocido con el que jugaste a las cartas? —No lo sé —dijo Hagrid sin darle importancia—. No se quitó la capa. Vio que los tres chicos lo miraban asombrados y levantó las cejas. —No es tan inusual, hay mucha gente rara en el Cabeza de Puerco, el bar de la aldea. Podría ser un traficante de dragones, ¿no? No llegué a verle la cara porque no se quitó la capucha. 183