HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 179
Y Firenze partió rápidamente, con Harry sujetándose lo mejor que podía, y
dejó atrás a Ronan y Bane, que se internaron entre los árboles.
Harry no entendía lo sucedido.
—¿Por qué Bane está tan enfadado? —preguntó—. Y a propósito, ¿qué
era esa cosa de la que me salvaste?
Firenze redujo el paso y previno a Harry que tuviera la cabeza agachada, a
causa de las ramas, pero no contestó. Siguieron andando entre los árboles y
en silencio, durante tanto tiempo que Harry creyó que Firenze no volvería a
hablarle. Sin embargo, cuando llegaron a un lugar particularmente tupido,
Firenze se detuvo.
—Harry Potter, ¿sabes para qué se utiliza la sangre de unicornio?
—No —dijo Harry, asombrado por la extraña pregunta—. En la clase de
Pociones solamente utilizamos los cuernos y el pelo de la cola de unicornio.
—Eso es porque matar un unicornio es algo monstruoso —dijo Firenze—.
Sólo alguien que no tenga nada que perder y todo para ganar puede cometer
semejante crimen. La sangre de unicornio te mantiene con vida, incluso si
estás al borde de la muerte, pero a un precio terrible. Si uno mata algo puro e
indefenso para salvarse a sí mismo, conseguirá media vida, una vida maldita,
desde el momento en que la sangre toque sus labios.
Harry clavó la mirada en la nuca de Firenze, que parecía de plata a la luz
de la luna.
—Pero ¿quién estaría tan desesperado? —se preguntó en voz alta—. Si te
van a maldecir para siempre, la muerte es mejor, ¿no?
—Es así —dijo Firenze— a menos que lo único que necesites sea
mantenerte vivo el tiempo suficiente para beber algo más, algo que te devuelva
toda tu fuerza y poder, algo que haga que nunca mueras. ¿Harry Potter, sabes
qué está escondido en el colegio en este preciso momento?
—¡La Piedra Filosofal! ¡Por supuesto... el Elixir de Vida! Pero no entiendo
quién...
—¿No puedes pensar en nadie que haya esperado muchos años para
regresar al poder, que esté aferrado a la vida, esperando su oportunidad?
Fue como si un puño de hierro cayera súbitamente sobre la cabeza de
Harry. Por encima del ruido del follaje, le pareció oír una vez más lo que Hagrid
le había dicho la noche en que se conocieron: «Algunos dicen que murió. En mi
opinión, son tonterías. No creo que le quede lo suficiente de humano como
para morir».
—¿Quieres decir —dijo con voz ronca Harry— que era Vol...?
—¡Harry! Harry, ¿estás bien?
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