HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 137

para mirar alguno de los libros de aquella sección, y sabía que no iba a conseguirlo. Allí estaban los libros con la poderosa Magia del Lado Oscuro, que nunca se enseñaba en Hogwarts y que sólo leían los alumnos mayores, que estudiaban cursos avanzados de Defensa Contra las Artes Oscuras. —¿Qué estás buscando, muchacho? —Nada —respondió Harry. La señora Pince, la bibliotecaria, empuñó un plumero ante su cara. —Entonces, mejor que te vayas. ¡Vamos, fuera! Harry salió de la biblioteca, deseando haber sido más rápido en inventarse algo. Él, Ron y Hermione se habían puesto de acuerdo en que era mejor no consultar a la señora Pince sobre Flamel. Estaban seguros de que ella podría decírselo, pero no podían arriesgarse a que Snape se enterara de lo que estaban buscando. Harry los esperó en el pasillo, para ver si los otros habían encontrado algo, pero no tenía muchas esperanzas. Después de todo, buscaban sólo desde hacía quince días y en los pocos momentos libres, así que no era raro que no encontraran nada. Lo que realmente necesitaban era una buena investigación, sin la señora Pince pegada a sus nucas. Cinco minutos más tarde, Ron y Hermione aparecieron negando con la cabeza. Se marcharon a almorzar. —Vais a seguir buscando cuando yo no esté, ¿verdad? —dijo Hermione—. Si encontráis algo, enviadme una lechuza. —Y tú podrás preguntarle a tus padres si saben quién es Flamel —dijo Ron—. Preguntarle a ellos no tendrá riesgos. —Ningún riesgo, ya que ambos son dentistas —respondió Hermione. Cuando comenzaron las vacaciones, Ron y Harry tuvieron mucho tiempo para pensar en Flamel. Tenían el dormitorio para ellos y la sala común estaba mucho más vacía que de costumbre, así que podían elegir los mejores sillones frente al fuego. Se quedaban comiendo todo lo que podían pinchar en un tenedor de tostar (pan, buñuelos, melcochas) y planeaban formas de hacer que expulsaran a Malfoy, muy divertidas, pero imposibles de llevar a cabo. Ron también comenzó a enseñar a Harry a jugar al ajedrez mágico. Era igual que el de los muggles, salvo que las piezas estaban vivas, lo que lo hacía muy parecido a dirigir un ejército en una batalla. El juego de Ron era muy antiguo y estaba gastado. Como todo lo que tenía, había pertenecido a alguien de su familia, en este caso a su abuelo. Sin embargo, las piezas de ajedrez 137