HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 13
de hacía diez años. Sólo las fotos de la repisa de la chimenea eran testimonio
del tiempo que había pasado. Diez años antes, había una gran cantidad de
retratos de lo que parecía una gran pelota rosada con gorros de diferentes
colores, pero Dudley Dursley ya no era un niño pequeño, y en aquel momento
las fotos mostraban a un chico grande y rubio montando su primera bicicleta,
en un tiovivo en la feria, jugando con su padre en el ordenador, besado y
abrazado por su madre... La habitación no ofrecía señales de que allí viviera
otro niño.
Sin embargo, Harry Potter estaba todavía allí, durmiendo en aquel
momento, aunque no por mucho tiempo. Su tía Petunia se había despertado y
su voz chillona era el primer ruido del día.
—¡Arriba! ¡A levantarse! ¡Ahora!
Harry se despertó con un sobresalto. Su tía llamó otra vez a la puerta.
—¡Arriba! —chilló de nuevo. Harry oyó sus pasos en dirección a la cocina,
y después el roce de la sartén contra el fogón. El niño se dio la vuelta y trató de
recordar el sueño que había tenido. Había sido bonito. Había una moto que
volaba. Tenía la curiosa sensación de que había soñado lo mismo an-
teriormente.
Su tía volvió a la puerta.
—¿Ya estás levantado? —quiso saber.
—Casi —respondió Harry
—Bueno, date prisa, quiero que vigiles el beicon. Y no te atrevas a dejar
que se queme. Quiero que todo sea perfecto el día del cumpleaños de Duddy.
Harry gimió.
—¿Qué has dicho? —gritó con ira desde el otro lado de la puerta.
—Nada, nada...
El cumpleaños de Dudley... ¿cómo había podido olvidarlo? Harry se
levantó lentamente y comenzó a buscar sus calcetines. Encontró un par debajo
de la cama y, después de sacar una araña de uno, se los puso. Harry estaba
acostumbrado a las arañas, porque la alacena que había debajo de las esca-
leras estaba llena de ellas, y allí era donde dormía.
Cuando estuvo vestido salió al recibidor y entró en la cocina. La mesa
estaba casi cubierta por los regalos de cum pleaños de Dudley. Parecía que
éste había conseguido el ordenador nuevo que quería, por no mencionar el
segundo televisor y la bicicleta de carreras. La razón exacta por la que Dudley
podía querer una bicicleta era un misterio para Harry, ya que Dudley estaba
muy gordo y aborrecía el ejercicio, excepto si conllevaba pegar a alguien, por
supuesto. El saco de boxeo favorito de Dudley era Harry, pero no podía
atraparlo muy a menudo. Aunque no lo parecía, Harry era muy rápido.
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