HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 127

El rostro de Snape estaba crispado de furia y dejó caer su túnica rápidamente, para ocultar la pierna herida. Harry tragó saliva. —Me preguntaba si me podía devolver mi libro —dijo. —¡FUERA! ¡FUERA DE AQUÍ! Harry se fue, antes de que Snape pudiera quitarle puntos para Gryffindor. Subió corriendo la escalera. —¿Lo has conseguido? —preguntó Ron, cuando se reunió con ellos—. ¿Qué ha pasado? Entre susurros, Harry les contó lo que había visto. —¿Sabéis lo que quiere decir? —terminó sin aliento—. ¡Que trató de pasar por donde estaba el perro de tres cabezas, en Halloween! Allí se dirigía cuando lo vimos... ¡Iba a buscar lo que sea que tengan guardado allí! ¡Y apuesto mi escoba a que fue él quien dejó entrar al monstruo, para distraer la atención! Hermione tenía los ojos muy abiertos. —No, no puede ser —dijo—. Sé que no es muy bueno, pero no iba a tratar de robar algo que Dumbledore está custodiando. —De verdad, Hermione, tú crees que todos los profesores son santos o algo parecido —dijo enfadado Ron—. Yo estoy con Harry. Creo que Snape es capaz de cualquier cosa. Pero ¿qué busca? ¿Qué es lo que guarda el perro? Harry se fue a la cama con aquellas preguntas dando vueltas en su cabeza. Neville roncaba con fuerza, pero Harry no podía dormir. Trató de no pensar en nada (necesitaba dormir; debía hacerlo, tenía su primer partido de quidditch en pocas horas) pero la expresión de la cara de Snape cuando Harry vio su pierna era difícil de olvidar. La mañana siguiente amaneció muy brillante y fría. El Gran Comedor estaba inundado por el delicioso aroma de las salchichas fritas y las alegres charlas de todos, que esperaban un buen partido de quidditch. —Tienes que comer algo para el desayuno. —No quiero nada. —Aunque sea un pedazo de tostada —suplicó Hermione. —No tengo hambre. Harry se sentía muy mal. En cualquier momento echaría a andar hacia el terreno de juego. 127