HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 121

piedra. Sin embargo, al mirar; no vieron a Percy, sino a Snape. Cruzó el pasillo y desapareció de la vista. —¿Qué es lo que está haciendo? —murmuró Harry—. ¿Por qué no está en las mazmorras, con el resto de los profesores? —No tengo la menor idea. Lo más silenciosamente posible, se arrastraron por el otro pasillo, detrás de los pasos apagados del profesor. —Se dirige al tercer piso —dijo Harry, pero Ron levantó la mano. —¿No sientes un olor raro? Harry olfateó y un aroma especial llegó a su nariz, una mezcla de calcetines sucios y baño público que nadie limpia. Y lo oyeron, un gruñido y las pisadas inseguras de unos pies gigantescos. Ron señaló al fondo del pasillo, a la izquierda. Algo enorme se movía hacia ellos. Se ocultaron en las sombras y lo vieron surgir a la luz de la luna. Era una visión horrible. Más de tres metros y medio de alto y tenía la piel de color gris piedra, un descomunal cuerpo deforme y una pequeña cabeza pelada. Tenía piernas cortas, gruesas como troncos de árbol, y pies achatados y deformes. El olor que despedía era increíble. Llevaba un gran bastón de madera que arrastraba por el suelo, porque sus brazos eran muy largos. El monstruo se detuvo en una puerta y miró hacia el interior. Agitó sus largas orejas, tomando decisiones con su minúsculo cerebro, y luego entró lentamente en la habitación. —La llave está en la cerradura —susurró Harry—. Podemos encerrarlo allí. —Buena idea —respondió Ron con voz agitada. Se acercaron hacia la puerta abierta con la boca seca, rezando para que el trol no decidiera salir. De un gran salto, Harry pudo empujar la puerta y echarle la llave. —¡Sí! Animados con la victoria, comenzaron a correr por el pasillo para volver, pero al llegar a la esquina oyeron algo que hizo que sus corazones se detuvieran: un grito agudo y aterrorizado, que procedía del lugar que acababan de cerrar con llave. —Oh, no —dijo Ron, tan pálido como el Barón Sanguinario. —¡Es el cuarto de baño de las chicas! —bufó Harry. 121