habitissimo | página 78
Uno de los mayores retos fue mantener la
personalidad de cada una de las tres zonas do-
tando al espacio, sin embargo, de cierta conti-
nuidad. No hay tabiques entre el bar de vinos, la
casa de comidas y la vermutería, así que la sepa-
ración debería ser más sutil, más visual. Sierra
apostó por hacer una diferenciación cromática,
dotando a cada espacio de un color (terracota
verde y azul), pero manteniéndose dentro de
una familia cromática similar y repitiendo ele-
mentos arquitectónicos como sus maravillosas
12 columnas, o los grandes ventanales, elemen-
tos preexistentes que dotaban de gran persona-
lidad al local.
Era quizá un elemento extra de dificultad. La
gran personalidad e historia que tenía el lugar
hacía compleja la reforma. “Nos repitieron mu-
chas veces que no querían perder a la clientela
de toda la vida”, reconoce Sierra, “este ha sido
siempre un punto de encuentro de escritores,
músicos, actores, filósofos… El mayor éxito de
la reforma es que siguen yendo y el cambio les
encanta”. La diferencia es que ahora comparten
espacio con jóvenes, turistas y parejas, pues el
cambio ha sabido comulgar lo nuevo y lo viejo.
La emperatriz de Lavapiés bien puede instalarse
en la capital. Por lo pronto, en la Gran Vía parece
que tenemos claveles para rato.
Bares y lugares